“Lo que soy es parte de Catalinas”

 

El cineasta Pablo Giorgelli, distinguido como Boquense auténtico por la Asociación Impulso y con premios alrededor del mundo por su primera película Las Acacias, habló con Sur Capitalino sobre su amor hacia el barrio y su próximo film que será rodado en La Boca. Por Silvia Vepstas

 

“Lo que soy es parte de Catalinas”

La fama lo sorprende. Aunque, merecidos, cree que los premios “son sólo eso: premios, y significan que a ese jurado le gustó la película. Nada más”. Pero la devoción que los cinéfilos le tienen en Estados Unidos y en Sudáfrica; los periodistas parisinos (Francia, cuna del cine) que vienen sólo para entrevistarlo, las cenas en Europa organizadas en su honor… eso, todo eso, descoloca a Pablo Giorgelli. Un pibe de La Boca que hace veinte años empezó a estudiar cine y que ahora, a los cuarenta y cinco, encuentra que la vida le da un buen vuelto. Y, aunque lo disfruta, no se la cree.

Agradece que la fama le llegue ahora, bien plantado como hombre, a punto de ser padre por primera vez (lo repetirá cuatro veces en la charla) y escribiendo su segundo guión de cine; y no antes, a los veinte y pico: “Supongo que entonces hubiese derrapado –dice- sin experiencia de vida y con fama no hubiese podido manejarme. Está pasando algo que nunca imaginé. Yo le tenía fe a la película, pero el cine independiente, sin actores famosos como en Las Acacias, recorre un circuito alternativo. Cuando filmás ni pensás que van a estrenar en Noruega , España, Francia, India, Corea; y te sorprende”. Repite, una y otra vez, que la repercusión mundial no se la esperaba. Sus ojos brillan con cada relato y demuestra que, pese a los premios, no sólo sigue siendo el pibe de La Boca, sino también que, como todo buen artista, no perdió su capacidad de sorpresa.
 
La Boca:  el origen de todo
“Juro que me siento igual –dice refiriéndose a cuando vivía en el barrio Catalinas-. Estos premios cambiaron la vida de la película, pero no la mía. Me siento contento, pero conservo quién soy y de dónde vengo. Uno crece, incorpora vivencias,  pero lo que traes de chico, permanece y en mí permanece Catalinas y su entorno.  Sigo teniendo los mismos amigos de allí, mi madre sigue allí, voto allí, sigo siendo fana de Boca. Ahora vivo en otro lugar pero sigo siendo de La Boca. Estoy armando un corto para afuera que decidí filmar en La Boca y mi próxima peli (también intimista), que en realidad ideé antes de Las acacias, se tratará de mi abuela Julia, que era de Catalinas y marcó mi infancia. Para mí La Boca es mi lugar y es el lugar que amo. Y Catalinas es un lugar mágico, especial: creo que lo que soy es parte de ese barrio.”
 
Ping Pong
Sentado en un bar, Pablo Girgelli habla de todo y de todos.
Supervivencia: “Siempre tuve que trabajar de otra cosa para vivir, y me costó entrar al mundo del cine. Me caí económicamente varias veces. Tardé cinco años en hacer Las acacias y, pese al éxito, ahora que empiezo con la segunda peli siento los mismos nervios e inseguridad de un principiante”.
Terapia: “Mi familia siempre fue un pilar, pero desde que mi papá enfermó gravemente, comencé terapia para entender y sobrellevar lo que pasaría. Las relaciones familiares siempre fueron mi eje y creo que mis películas siempre reflejarán eso”.
Parecidos: “Las acacias se centra en las relaciones de padres e hijos. Se estrenó en países con idiosincrasia muy distinta a la nuestra y sin embargo todos la entendieron. Eso significa que, aunque las sociedades sean distintas, todos los hombre somos parecidos en cuanto a sentimientos. La relación padre-hijo traspasa banderas y costumbres”.
Tinelli: “Hay una tendencia mundial a hacer productos masivos sobre entretenimiento, o películas más pasatistas. Pero si programas culturales u otro tipo de películas, como Las acacias -que no es hermética sino popular: todo el mundo la entendería y la disfrutaría por el tema que trata- tuviera el sistema de propaganda o publicidad masiva que tienen productos como los de Tinelli, el público los elegiría. La gente puede conectar y emocionarse con propuestas artísticas o culturales, pero es un problema del negocio. Cuesta menos producir entretenimiento”
Maradona: “Amo a Diego. A los trece mi viejo me sacó una foto con él y creí que mi sueño estaba cumplido. Hasta que fui a Dubai con la peli y lo busqué. El no me conocía, me abrazó y sentí la misma emoción que a los trece años. Me pidió que volviera al día siguiente, que justo era el cierre del festival: obviamente falté y me fui con Diego, en ese momento yo era el mismo chico de La Boca que en el ’81 se sacó una foto con su ídolo”.