Una cooperativa que abriga trabajo digno

 

Hace un año, los trabajadores de la tradicional Camperas Lacar quedaron en la calle. En pocos meses, lograron salvar su fuente laboral a través de la autogestión y hoy producen en el Centro de Indumentaria que el INTI tiene en Barracas. Por Sofía Garzón Funes

 

Una cooperativa que abriga trabajo digno

Es un aprendizaje. Trabajar sin patrón y decidir todo en conjunto no es fácil, pero la satisfacción de cada logro, de cada obstáculo vencido, es toda nuestra”. María Fernanda Quinteros trabajaba en la empresa de camperas Lacar desde hace más de trece años. De un día para el otro pasó de estar vendiendo en un local para un patrón dueño de la empresa, a coser y ponerse al hombro la cooperativa que hoy se encuentra efectivamente produciendo las camperas. Era eso o quedarse sin nada. 

 
José Tarica el dueño de la histórica Camperas Lacar se declaró en quiebra en septiembre de 2011. Representante de trabajo esclavo, mandaba a coser sus prendas a talleres clandestinos en condiciones de encierro y hacinamiento. De la noche a la mañana, los 250 trabajadores de la empresa se quedaron sin su trabajo. Hoy alrededor de cincuenta de ellos forman parte de Cooperativa Lacar Ltda. y le demuestran a todos que se puede trabajar de otra manera. Claro, el camino es largo pero ya han recorrido bastante. Primero conformar la cooperativa, después conseguir la indemnización y usarla para invertir en el proyecto; tener siempre continuidad, demostrar todos los días que Lacar ya pertenece a los trabajadores. 
 
Conseguir un lugar para la venta también fue un escollo. Por intermedio de la organización La Alameda tienen un espacio en Av. Directorio 3715 y además se los puede encontrar en el Mercado de Economía Social junto a otras cooperativas, en Bondpland 1660. En mayo de este año inauguraron el local de Chacarita, en Forest 445. Allí sí pagan un alquiler. Las instalaciones y algunas maquinarias para trabajar las gestionaron a través del INTI que además les brinda capacitación y asesoramiento permanente. Otras máquinas las consiguieron a la fuerza: tomaron el juzgado de la causa, para exigir que se las dieran en guarda a los miembros de la cooperativa.
 
Hoy el centro de producción se encuentra en los galpones del Centro de Diseño de Indumentaria, ubicado en Barracas. Trabajan jornadas de diez horas porque ahora están en plena temporada. Esta vez en condiciones dignas, claro. Fernanda acepta: “Trabajamos más horas es cierto, pero antes no teníamos expectativas de nada, ahora sabemos que dependemos de nosotros mismos y eso es un orgullo”.
 
Tienen asambleas una vez por semana y se discuten todos los temas. “A veces estamos cinco horas debatiendo”, nos cuentan en el taller entre cansados y orgullosos. En épocas difíciles el Movimiento de Fábricas Recuperadas los arengaban para que no aflojen. “No fue nada sencillo estar ocho meses sin ver un centavo. Hubo compañeros que quizás se iban a trabajar a otro lado y después volvían. Era entendible”. Evidentemente no estuvieron solos, varias organizaciones los acompañaron y lo siguen haciendo, Lacar es un ejemplo para otro montón de emprendimientos que también están en marcha.
 
El próximo objetivo es conseguir que el juez (Dr. Guerri, Juzgado Comercial N°17) que interviene en la causa les otorgue la marca para que de una vez por todas Lacar sea cien por ciento de los trabajadores y todo el esfuerzo siga valiendo la pena.