Un Lezama barranca abajo

Hace exactamente seis meses, el Ministerio de Espacio Público de la Ciudad anunció con bombos y platillos un nuevo plan para recuperar el abandonado Parque Lezama. La primera etapa, que debía estar lista en diciembre, ni empezó.

Un Lezama barranca abajo

Una vez más, el Parque Lezama es noticia por su abandono y por la desidia que las distintas gestiones tienen como única respuesta a su decadencia. En junio pasado, el Gobierno de la Ciudad anunció un (nuevo) plan para su puesta en valor. Según el ministro de Ambiente y Espacio Público (MAyEP), Diego Santilli, la primera etapa estaría lista para fin de año. Sin embargo, ya iniciado diciembre los únicos cambios a la vista son un arreglo floral que dice “Pque Lezama” y una mediasombra que delimita lo que un cartel amarillo anuncia como el futuro canil.

La idea del plan, que se anunció por todos los medios de comunicación masiva, es que el Parque Lezama recupere “su esplendor original, respetando sus características históricas y su imagen paradigmática, pero acorde a los nuevos usos y realidades”. 

Según el cronograma del propio Gobierno porteño, para estos días estarían colocadas las rejas perimetrales y mejorados los monumentos y obras de arte. En la segunda etapa, a concluir en junio de 2013, se trabajaría sobre el anfiteatro que está sobre la calle Brasil, el patio de juegos y en la recuperación de sanitarios, equipamiento y riego.
 
Consultados por Sur Capitalino, desde el Ministerio de Espacio Público explicaron que la demora en el inicio de los trabajos se debió a una objeción realizada por el Ministerio de Planeamiento y Obras Públicas, que evalúa los planes que afectan a Áreas de Protección Histórica (APH), en relación a la reja perimetral. Por esa razón, el MAyEP reproyectó el cerco, que ahora sí fue aprobado y se encuentra en trámite de cotización.
 
Sin embargo, la cartera comandada por Santilli no informó sobre nuevos plazos para la finalización de las obras, ni tampoco hay indicios sobre si la reja será acotada a un espacio determinado o encerrará a todo el Parque. Ese trazado será determinante para el desarrollo de las distintas ferias que tienen lugar los fines de semana y que generan roces con vecinos y entre los mismos feriantes.
Por un lado, se encuentra Artezama, la ya clásica feria artesanal que está hace veinticinco años en Brasil y Defensa. La otra es Ferizama, más resistida por vecinos y artesanos, que comenzó a formarse luego de la crisis económica de 2001 con puesteros que vendían usados y que, a fuerza de una larga lucha, consiguieron el reconocimiento oficial.
 
Diagnósticos. El Parque, de ocho hectáreas y barrancas de postal, fue una donación de Gregorio de Lezama; es el más viejo y uno de los más grandes de la Ciudad y se ubica en la Comuna 1 en el límite de los barrios de San Telmo, La Boca y Barracas. A pesar de haber sido declarado Monumento Histórico Nacional y APH, el presunto escenario de la primera fundación de Buenos Aires agudizó su deterioro, sobre todo en la última década. En 1986, 90 años después de que Carlos Thays lo diseñara, ya había perdido un tercio de sus especies arbóreas y arbustivas. A su vez, las esculturas, el templete y los monumentos, como el de la Concordia y el de Pedro de Mendoza, se encuentran destruidos.
 
Según informó el MAyEP, “el Departamento de Monumentos y Obras de Arte (MOA) está desarrollando un estudio detallado de cada monumento. La restauración de los mismos se encuentra incluida en el proyecto de recuperación y puesta en valor. Será realizada por MOA”. Pero en estos seis meses el panorama empeoró. Los vecinos no son indiferentes al diagnóstico crítico del Parque. Y a pesar de que fueron convocadas a reuniones informativas sobre el proyecto en junio (tal como sucedió con el del Distrito de las Artes, las reuniones no fueron consultivas), no vislumbran una pronta solución.
 
La Asociación Civil Mirador del Lezama, formada en 2004, presentó entonces un recurso de amparo ante la Justicia, que falló contra los ex jefes de Gobierno Aníbal Ibarra y Jorge Telerman, y en 2008 embargó parte del sueldo al actual, Mauricio Macri, hasta que no se implementen medidas de salubridad, higiene y mejoramiento general (a razón de 100 pesos por día de multa). Graciela Fernández, del Mirador, sostiene que el saneamiento “no requiere de voluntarismo, sino de un proyecto interdisciplinario a cargo de un grupo de técnicos especializados, como el que amagaron a llevar a cabo hace cuatro años”. Con respecto al actual plan del MAyEP, Fernández dice que “no vemos señales claras de cómo se va a encarar el trabajo”.
 
A fines de 2008, luego del revés judicial que apeló en varias ocasiones, el Gobierno de la Ciudad presentó un ambicioso plan para restaurar el Parque. La inauguración estaba prevista para mayo de 2010, en el marco del Bicentenario. Pero se diluyó en promesas. El mismo preveía una inversión de 20 millones de pesos, la cual sumada a la inflación de estos últimos años, es mucho mayor que la actual, de 19,5 millones.
 
Por su parte, Silvina Interlandi, vecina del Parque adonde lleva a pasear su perro, convocó a otros vecinos a una asamblea con la idea original de oponerse a la construcción del canil, ya que limitará el espacio de paseo para las mascotas. Pero con las sucesivas reuniones, la consigna del grupo se desplazó a resistir contra el enrejado. “Tenemos una visión muy distinta sobre lo que es el espacio público. Además, las rejas van a impedir la libre circulación después de las 20 horas”, relata. El grupo de medio centenar de vecinos autoconvocados repartió volantes deslindando la relación entre rejas y seguridad, tal como hicieron los vecinos de Parque Centenario y Plaza Flores ante sus posibles cercados. Y a pesar de que el MAyEP sostiene que “la reja no fue contemplada como una medida de seguridad, sino con la finalidad de resguardo y preservación de los monumentos y del espacio verde”, para muchos la seguridad y el mantenimiento nada tienen que ver con la reja. Sobre este tema, la Asociación Mirador del Lezama aboga por el enrejado del Parque y la reubicación de Ferizama. Frente a las diferencias con otros vecinos, Fernández sostiene: “Las rejas desvelan a muchos pero a nadie preocupa el estado de destrucción”.
 
Mientras tanto, uno de los pulmones más grandes de la zona sur de la ciudad y lugar de paseo de varias generaciones de porteños continúa su larga agonía. Y más allá de las diferencias en cuanto a la manera de llevar adelante la recuperación, los vecinos del Parque Lezama tienen el mismo objetivo de saneamiento. La demora en la puesta en marcha del nuevo proyecto, que ya lleva seis meses, fue una especie de déjà-vu para ellos, acostumbrados a anuncios pomposos para la prensa que se apagan en ecos lejanos. Y si la traba es tan sólo burocrática, el plan no deberá soslayar el consenso entre los vecinos del espacio público y un plan de manejo responsable para evitar caer, una vez más, barranca abajo.