“No tiene que haber más muertos, tiene que haber más viviendas”

 

Por Martina Noailles
Hace exactamente un mes el conventillo en el que vivía Jorge y su familia desapareció bajo el fuego. En el incendio murieron dos de sus hijos: el Pitu y el Polaco. Así conocían todos en La Boca a Héctor y Víctor Herrera, dos nenes de 10 y 11 años que se sumaron a los números trágicos de pibes muertos que acumula el barrio.
 
Hoy Jorge volvió a la esquina donde sólo quedan cenizas negras, olor a quemado y unas flores fucsias que colocó como homenaje.
 
 

 

“No tiene que haber más muertos, tiene que haber más viviendas”

 “No tiene que haber más muertos, en La Boca tiene que haber más viviendas”, dice parado a metros de donde fue su casa hasta la mañana del 13 de octubre.

 
“Yo lo único que quiero es que se haga Justicia. La Policía Metropolitana no apareció, la Prefectura tampoco; hay una cámara que filmó todo. Acá hubo negligencia de las dos fuerzas y hay una Justicia que no actúa como tiene que actuar. Acá murieron dos criaturas. Y no es porque sean los míos… En el barrio ya murieron otros pibes en el incendio del Banco, en el de Irala… acá hay incendios todos los días”, recuerda entre firmeza y dolor.
 
Jorge traga saliva cuando nombra al Pitu y al Polaco. Cuando los recuerda jugando a la pelota en cada plaza del barrio. “¿Sabés qué hacían ellos? Jugar a la pelota…” se responde.
Después vuelve a tomar aire y explica que “el Gobierno de la ciudad me pagó el sepelio, el traslado y el subsidio. Pero de vivienda nunca habló”. Y aclara: “Si hubiera hablado de vivienda 5 años atrás tal vez esto no me hubiera pasado. Pero la sangre de los pobres seca pronto y así quedamos…”
 
Jorge sabe que su casa estaba a cuatro cuadras de Caminito y cree que el negocio inmobiliario también es responsable de lo que ocurrió. “El cordón turístico viene por el costado de la vía y el conventillo esta a 20 metros. Estas tierras la quieren todos. Para que Caminito llegue hasta California y esto sea un centro comercial”.
 
Jorge agradece una y otra vez a quienes se acercaron a recordar a sus hijos. Y se vuelve a su nueva vivienda en el conurbano bonaerense, “en la provincia, lejos de acá, lejos de todo”. Allá esperan Estela y sus dos hijas.