Abandonados

Así se sienten las 71 familias que viven en Colonia Sola. Desde hace 14 años esperan que el Gobierno porteño cumpla con la ley que ordenó realizar la rehabilitación integral del complejo construido en Barracas en 1889. El IVC también ningunea un fallo judicial de 2008 y sólo se acercó a apuntalar estructuras. Ningún funcionario pisa el lugar desde 2010. Los vecinos vuelven a levantar su voz.

Por Verónica Del Vecchio

 

Abandonados

 

Dicen que si las paredes pudieran hablar, no habría tantos misterios ocultos. Aunque se necesitarían muchos años para escuchar las historias que esconden la mampostería caída, los balcones débiles, las columnas desfasadas y la humedad metiche, que se infiltra y resquebraja la esperanza de las 71 familias que habitan Colonia Sola, un complejo ferroviario inglés construido hace más de un siglo en Barracas. Hoy, los vecinos esperan que el Gobierno de la Ciudad cumpla con sus promesas y con una ley, encajonada, que lo obliga a realizar las obras estructurales necesarias para evitar una tragedia.
 
Ana Montenegro recorre el lugar donde invirtió casi toda su vida. De sus 58 años, 46 transcurrieron en el complejo que alguna vez tuvo la suntuosidad de ser una réplica de las construcciones londinenses en pleno Barracas Sur. No fue hace tanto que las techumbres de tejas en aguas de los cuatro bloques que conforman el barrio en Australia al 2000, retenían, paradójicamente, el agua que hoy se escurre sin tregua por los techos, obligando a los vecinos a echar mano de palanganas y baldes cada vez que llueve. Ana señala las fachadas ladrilleras: “Debe haber un batallón de ángeles de la guarda, porque todavía no entiendo cómo puede ser que no haya habido un muerto”, dice mientras apunta a las grietas que anticipan un posible derrumbe del complejo habitacional construido con materiales de 1889, año en que la empresa que gestionaba el Ferrocarril Sud emplazó la estación Sola como una playa de cargas y edificó esta vivienda colectiva para los trabajadores ferroviarios. 
 
El deterioro de Colonia Sola salta a la vista del ojo común: cuatro bloques de dos pisos que se extienden en forma circular en torno a un patio interno, con columnas desfasadas y techos estacados con puntales telescópicos de metal, clavados a una base de cemento en la que se ve claramente la leyenda IVC (Instituto de la Vivienda). Y hoy en día, para los vecinos del barrio en el que habitan 71 familias, casi todas con niños en constante peligro, el obrar de ese organismo sigue siendo solamente eso, un cuento de promesas incumplidas.
 
Colonia Sola se mantuvo como una joya de la típica construcción moderna y fabril británica, incluso después de que la estación Sola dejara de funcionar a mitad del siglo pasado, y fuera cedida entonces a sus habitantes, en su mayoría primera y segunda generación de ferroviarios. Pero en la década del ’90, cuando durante la presidencia de Carlos Saúl Menem se privatizaron los ferrocarriles, “luchamos para que este edificio no se derrumbara”, cuenta Ana, rememorando las peripecias administrativas que tuvieron que realizar para conformar la Asociación Mutual Colonia Social en 1998, y comprar en cuotas los 8600 metros cuadrados del predio al Ente Nacional de Administración de Bienes Ferroviarios (ENABIEF). En 1999 consiguieron la firma del boleto de compraventa por la suma de 600 mil pesos y lograron pagar el 32 por ciento del total, por lo que presentaron una declaración al Poder Ejecutivo en 2011 para se destinara presupuesto y regularizar la compra.
 
Pero la historia de Colonia Sola no puede resumirse como una sucesión de hechos, sino más bien como una pila extensa de papeles. “Todo esto es Colonia Sola”, dice Ana mostrando un modular repleto de procesos judiciales. Relata que fueron años de ver pasar diputados, administraciones de gobiernos y palabras sin acciones concretas. Es que para el año 2000, la Legislatura porteña sancionó la ley 459 que catalogaba al complejo como distrito Area de Protección Histórica Nº 9 y establecía en el artículo segundo la responsabilidad del IVC de “efectuar la rehabilitación integral del conjunto habitacional Colonia Sola”, trazar la subdivisión horizontal y conformar una comisión de estudio y seguimiento tripartita que incluyera representantes de la mutual de vecinos, personal de la Comisión de la Vivienda y representantes de la Legislatura de la Ciudad. María Lisa, vecina desde hace 23 años, explica que “después de que se hizo la compra como mutual, el IVC estaba obligado a hacer la subdivisión y poner los baños para que cada uno pagara su vivienda”. “Nosotros estábamos contentos de que íbamos a tener nuestra casa y pagar lo que corresponde, con todo el sudor de nuestra frente, pero siguen pasando los gobiernos y estamos en la misma”, dice con indignación María. Es que si hay un sentimiento que nuclea a las familias de Sola, es la impotencia de años de lucha sin respuestas concretas. Actualmente Ana cuenta que “hicieron un círculo en donde nos ahogaron”, la mutual está desintegrada y desde el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) “siempre nos ponen un pero para armar una nueva mutual”, relata con hartazgo.
 
En el 2008, ante el incumplimiento de lo que establecía la ley, ocho vecinos de Colonia Sola, entre los cuales se encuentra Ana, presentaron un recurso de amparo frente al Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario Nº 12, a cargo de la jueza Alejandra Petrella, en el cual detallaban “desprendimientos de mampostería, caída de claraboyas sobre las escaleras, balcones que han debido ser apuntalados”, y lo advertían como una “situación que pone en peligro la seguridad de los vecinos”. Denunciaban, además, la “omisión” por parte del Gobierno de la Ciudad en aplicar la ley 459.
 
Para el año 2010, durante la gestión de Omar Abboud como presidente del IVC se realizó un operativo que hoy figura como una lista de 35 puntos de restauración de Colonia Sola. Para los vecinos, los resultados fueron otros: “Dicen que vinieron a apuntalar porque se caía Colonia Sola, lo cual no es cierto, se vino a apuntalar para empezar obras que no se continuaron”, recuerda Ana y, en ese sentido, María afirma que “al sacar el apuntalamiento de madera y poner el de hierro, hicieron más daño porque dejaron los pasillos sin hacer, la gente no podía salir y tuvieron que poner plata de su bolsillo para arreglarlo como pudieran”. Recuerda, además, que el cese de las obras sucedió repentinamente, sin dar ninguna explicación a los vecinos: “Ellos acá gastaron un poco de cemento en hacer una tapa, una cloaca y el hierro que está manteniendo los pasillos”.
 
Actualmente, Ana no se cansa de reclamar el incumplimiento de la cautelar que presentaron juntamente con la Defensoría en lo contencioso administrativo y tributario número 4, y siguen denunciando que “los aleros y techos no han sido refaccionados, limitándose al simple apuntalamiento realizado por el IVC en el año 2010”, que “se avizora que los cables de conexión eléctrica se encuentran sueltos” y que “los caños que conforman las barandas del primer piso se encuentran podridas y lo único que hizo el IVC en algunas partes fue pintarlas de blanco”, entre otras cosas expuestas en febrero del 2013 ante la jueza Lidia Lago, quien aún no ejecutó la sentencia contra el IVC. “La única que tiene la autoridad para hacer que se cumpla es la jueza”, dice Ana y recuerda que “con la otra jueza anterior (Petrella) tuvimos tres audiencias pero con ella ninguna. Yo le quiero ver la cara, si ella se anima a venir a Colonia Sola”.
 
Los años transcurren y para los vecinos la colonia está cada vez más sola. “Acá no viene nadie. Ni una autoridad del IVC vino”, cuenta María quien fue operada de la columna hace seis años y sufre el dolor de la humedad en sus huesos. Las cloacas rebalsan mientras en el piso del patio quedan las marcas que dejó la grúa hace cuatro años y la pintura ya no cubre el deterioro de años sin obras estructurales. 
 
“Nosotros no esperábamos que lo hicieran fugazmente pero sí ver que se preocupan por nosotros, que se acuerden de que acá hay familias, niños, bebés y que somos gente de trabajo y estudio”, suma María.
 
Que el IVC concluya las obras estancadas desde hace cuatros años parece una posibilidad lejos de la realidad. Ana recuerda el día que se entrevistó con el actual presidente de ese organismo, Emilio Basavilbaso: “el primer día que yo pedí una entrevista, me recibió, se sentó en esa mesa que tiene el IVC y me dijo: ‘yo pensé que era un predio tomado’. Ante eso me levanto y me voy, yo no usurpé nada, ellos no cumplieron con nosotros”. Para María, el sentimiento es el mismo: “Uno se siente avasallado, denigrado, es un barrio abandonado, y se dice que nosotros usurpamos esto, pero acá hay una escritura, hay recibos de que se pagó todo como mutual”, y ante la falta de comunicación con los vecinos sobre un proyecto concreto de rehabilitación del complejo, agrega, “que venga el nuevo presidente a hablar con los vecinos, nosotros estamos dispuestos a cumplir con todo lo que corresponde pero que primero cumplan ellos, que sepan que acá hay una parte de seres humanos, que no somos animales”. Al cierre de esta edición, desde el IVC no dieron explicaciones ante el incumplimiento de la ley 459.
 
Cuando se hace de noche, en Colonia Sola hay muy poca luz, Ana se pregunta a sí misma, “¿por qué la jueza no ejecuta la sentencia? ¿qué es lo que está esperando? ¿Un muerto?”, Mara, otra vecina nieta de ferroviarios, añora “ver los pasillos bien revocaditos, pintaditos y que se tapen los caños de gas que están al alcance de muchos chicos”, María concluye: “estamos olvidados, y los funcionarios dicen: allá está Colonia Sola, se viene abajo, si se muere alguien, que lo entierren ellos”.