En la 21-24, Decir es Poder

A través de un proyecto “popular, pedagógico, territorial, comunitario y, sobre todo, justo” alumnos y egresados de la Escuela 6 de Barracas buscan cumplir con un sueño: que todos los vecinos de su barrio sepan leer y escribir.  Por Martina Noailles

En la 21-24, Decir es Poder

Devolver. El verbo retumba en el salón, se repite en cada frase. Se hace cuerpo cada vez que alguno intenta definir el sueño colectivo que pusieron en marcha. Son chicos y buscan “devolver” a los grandes, a sus padres y sus madres, a sus abuelos. “Mi mamá no pudo terminar la escuela pero insistió para que yo terminara.  Por eso este proyecto busca devolverles la oportunidad que ellos nos dieron con su lucha”, dice Analía, enfundada en una remera que grita “decir es poder”. Analía y muchos otros egresados de la escuela 6 de villa 21 fueron los que se permitieron soñar con un barrio, su barrio, donde todos sepan leer y escribir. Porque ellos, aseguran, pudieron ir a una escuela como la 6 gracias a los hombres y mujeres que durante décadas pelearon por tenerla. Y en esa lucha -y en la cotidiana que implica arraigarse, trabajar, anidar una familia- muchos de ellos tuvieron que postergar su propia educación. Por eso ahora, con este proyecto de alfabetización, el círculo quiere cerrarse. Como los lápices del logo que estos pibes lucen orgullosos en sus remeras.

Y en esta utopía no están solos. Hay profes que también se ponen la camiseta, como Maxi Malfatti, que se infla cuando habla de estos “jóvenes de la transformación que eligieron empezar por los viejos y a través de este proyecto devolver la palabra y el poder. Son jóvenes que se convirtieron en protagonistas de su tiempo y de su barrio y esa mirada nos muestra un futuro grande que nos impulsa a seguir luchando”.
 
El proyecto cuenta, además, con el apoyo del sindicato de educadores UTE, de diferentes organizaciones del barrio como la Usina y la Garganta Poderosa, y de estudiantes y directivos de la Universidad de Avellaneda (UNDAV), quienes trabajaron en el relevamiento de la demanda de alfabetización en las manzanas de Tierra Amarilla, las primeras siete donde este proyecto eligió comenzar.
 
Así fue que, tras recibir una capacitación, los jóvenes de la 6 salieron por el barrio y hablaron con los vecinos. Encuesta en mano, difundieron el proyecto y detectaron a los adultos que tuvieran dificultades para leer un mensaje de texto, llenar un formulario o escribir una carta. Del relevamiento a 493 hogares -unos 1102 habitantes mayores de 18 años- se desprendió que casi un 7% tiene alguna dificultad para leer y un 8,1% para escribir. A esos vecinos se les ofreció sumarse a Decir es poder, donde los propios chicos “enseñan” a los grandes. “No es enseñar, es involucrarse, es orientarlos en el día, es conocer sus conocimientos, darles confianza, dejar que se expresen…”, explican Fiorella y Ornella desde el escenario de la Casa de la Cultura, donde se presentó el proyecto el 16 de julio pasado.
 
Y de esos primeros acercamientos cada joven acaricia una anécdota. Como Gustavo y Ángel, quienes se acercaron a una casa a pedido de otra compañera. “Nos llamó porque se encontró con una mujer que hablaba sólo en guaraní y no le entendía nada… como nosotros somos paraguayos le hicimos la encuesta. La señora vino a Argentina en busca de trabajo y le interesó el proyecto. Pero enseguida nos preguntó si nosotros íbamos a ser sus alfabetizadores. Fue algo único que jamás me voy a olvidar. Como paraguayos nos sentimos orgullosos de poder dar algo que le sirva a los demás”, destacaron los pibes mientras abajo, entre el público, algunos no disimulaban la emoción.   
 
Es que las lágrimas fueron otras de las protagonistas de la jornada. Sobre todo de quienes, con más de 40, ven en estos chicos brotes de aquellas semillas que la dictadura intentó destruir. “Este es un tributo para los Walsh, Gamarra Ortiz, Oesterheld, Salazar, María Esther Peralta, Fuentealba y a los que en vida siguen asumiendo en su histórica lucha la convicción de la defensa del derecho que implica Decir es Poder”, señaló Mario Gómez, vecino, delegado y actual director de la Casa de la Cultura. Porque como dicen los hacedores de este proyecto en el texto de invitación “Decir es Poder no es casualidad. Es el producto de un tiempo histórico (…) sucede ahora: sus jóvenes son esos hijos y nietos que se dieron cuenta del sacrificio de sus familias, que sintieron en carne propia ese devenir lleno de injusticias y que hoy ya no están dispuestos a aceptar ese orden perverso, esa vida de muertos. Y no sólo eso, sino que vienen a saldar las cuentas de sus mayores. Son el pueblo, lo saben y se hacen cargo”.
 
Y llegó la hora. Las clases ya comenzaron. Una vecina les dio el lugar donde cada miércoles chicos y grandes, vecinos todos, caminan y se empoderan juntos de la mano de este proyecto popular, pedagógico, territorial, comunitario y, sobre todo, justo. Así lo dicen. Y cómo no escucharlos. Si decir es poder.