Cuando la iglesia San Juan Evangelista volvió a hacer historia

Hace tres años, debió permanecer cerrada durante trece meses por deterioros en su arquitectura, pero la organización y solidaridad de la gente hizo posible reabrir sus puertas. Una pequeña historia que también pertenece al barrio.
Cuando la iglesia San Juan Evangelista volvió a  hacer historia

Con más de 130 años de existencia, la iglesia San Juan Evangelista constituye un monumento histórico del barrio de la Boca. Desde su fundación, acompañó el crecimiento de las familias, albergó distintas devociones y desarrolló una serie de servicios sociales para la gente del barrio.

El 16 de mayo de 2000 ocurrió algo inesperado. La iglesia tuvo que cerrar sus puertas por los daños que la sudestada había ocasionado en la cúpula y por el deterioro general de su arquitectura. Inmediatamente, se formó una comisión “pro-templo”, que se puso en campaña para recaudar los fondos necesarios para rehabilitar la iglesia.

El Padre Alejandro León hoy recuerda: “la reapertura fue un milagro de Dios, porque era impensable lograr juntar el dinero suficiente en un período de crisis económica y teniendo en cuenta que hay tantas iglesias importantes cerradas en Buenos Aires".

Para los vecinos de la Boca, tener el templo cerrado era como silenciar el eco de miles de historias de las que fue testigo el santuario, fue así como decidieron organizarse y no claudicar en su objetivo de reabrir sus puertas. De este modo, realizando distintas actividades como maratones solidarias, venta de bonos, y eventos culturales, más el aporte solidario de donaciones, se logró recaudar el dinero para iniciar la reconstrucción de la iglesia.

El primer deterioro importante sufrido por el edificio fue provocado en 1951, cuando las paredes cedieron y el cielo raso de la nave central cayó.  A ello se sumó lo ocurrido aquel día del 2000 cuando se volaron cincuenta chapas de la cúpula.

Para reconstruirla se desmontó lo que existía y se volvió a armar las doce cableadas de hierro, sobre las cuales se colocaron noventa y seis correas de madera,  luego el entablonado y finalmente las chapas de pizarra con una excelente pintura alemana.  El zinc, la iluminación interna y externa (para la que se cambiaron los viejos cables de tela), el cupulín, la cruz... Todo se hizo a nuevo, pero siguiendo los dibujos antiguos de la iglesia y respetando el estilo bizarro de la cúpula.

Para el Padre Alejandro León “es muy importante resaltar que esto se haya logrado con las moneditas de los chicos de catequesis, con la pequeña ayuda de la gente, que pone su confianza y generosidad y todo de acuerdo a sus posibilidades, con grandes billetes o pequeñas y valiosísimas monedas han ayudado a que esto se haga realidad”.

María Eva Cangiani