Tarifazo: Cortar por lo más fino

Además de afectar a los vecinos, la quita de subsidios a los servicios básicos golpeó a cooperativas, clubes barriales y centros culturales. Sur Capitalino consultó a distintos espacios sociales y comunitarios de La Boca y Barracas que dan la pelea por no desaparecer. Por Lucrecia Raimondi

Tarifazo: Cortar por lo más fino

En cuanto baja el sol, la Gráfica Patricios frena sus máquinas y suspende el turno nocturno; las luces del hall del teatro de Grupo Catalinas Sur están apagadas y andan en penumbras a menos que haya función; a través de sus torneos de fútbol el Club Bohemios busca fondos para pagar los 10 mil pesos que les viene de luz. Ninguno cuenta con subsidios. Son entidades chicas, de pocos recursos o la ganancia que generan sólo alcanza para sostener a las familias de los trabajadores. Arraigados y atrincherados, con ansias de seguir produciendo y creciendo, las fábricas recuperadas, los clubes barriales y los espacios culturales de La Boca y Barracas resisten al ajuste y a los aumentos en las tarifas de los servicios públicos, principalmente de la luz. Salen a tocar puertas de legisladores y diputados para que su realidad sea escuchada e incluida en los proyectos de ley de tarifa social. Es lo único que puede darles un respiro.

El Circuito Cultural Barracas y el Grupo de Teatro Catalinas Sur tuvieron un aumento promedio de 500% en el servicio de electricidad. “La iluminación es clave para la expresión del teatro y usando luces de bajo consumo o de led se perderían efectos cálidos que necesitamos para la ambientación”, cuenta Ricardo Talento, director del espacio que acaba de cumplir 20 años.
 
En ese sentido vital del teatro, Cecilia de Catalinas Sur acuerda que no pueden reducir el gasto en luz. El galpón abre de lunes a lunes desde las 17 con talleres para jóvenes y adultos, clases de la escuela de orquesta infantil y las funciones de Amigos Utópicos. Por el espacio cultural de Catalinas circulan más de 500 personas por semana. “Ahorramos lo más que podemos, y nos comemos de a poco los ahorros, pero no vamos a dejar sin calefacción a los chicos ni vamos a cortar las actividades”. La taquilla aumentó 30 pesos (de 120 a 150), manteniendo un precio de entrada bastante accesible pero no suficiente para enfrentar el incremento de tarifas. Además, este año, el Ministerio de Cultura de la Nación cortó el subsidio que recibían. “Acá tenemos un barrio involucrado, vamos a seguir resistiendo porque tenemos un compromiso asumido. Nos toca poner el pecho una vez más, como hacemos desde la dictadura”, afirma la boletera.
 
Los teatros independientes no dejan de hacer funciones ni proponer actividades al barrio. Pero advierten: la cuenta exorbitante que deben pagar de servicios, a la larga, pone techo a la producción artística y a las propuestas que brindan a la comunidad. Por eso, nucleados en ARTEI, exigen una tarifa diferencial para no tener que cerrar ni modificarse, como el Cine Teatro Almirante Brown, que reemplazaron las gelatinas del escenario por luces de led y bajo consumo. “No tuvimos un aumento importante porque nos anticipamos con inversión”, señaló Rubén Rivas, su director de actores. 
 
“La desigualdad que genera este tarifazo amenaza con hacer desaparecer o disminuir los alcances de los sitios de interés social y comunitario, dejando solo a las instituciones con fines de lucro como los lugares aptos para realizar actividades de recreación y esparcimiento”, denuncia la Defensoría del Pueblo porteña. Por eso, el Club Bohemios de La Boca espera con ansias la implementación de los beneficios tarifarios que por ley les corresponde, ya que a más de tres meses de recibir el aumento y sancionadas dos leyes, no hubo respuesta ni acción del gobierno. “Hay que ayudar a los clubes y que no dejen de funcionar porque tienen gran influencia social para que los pibes salgan de la droga y los abuelos puedan recrearse”, entiende Víctor de Bohemios, que también tiene problemas de costos para mantener su buffet.
 
Y así como Víctor, las cooperativas de Barracas Gráfica Patricios y La Mocita, enfrentan semana tras semana importantes aumentos en la materia prima. En el caso de La Mocita, que fabrica pastas y tapas de empanadas, el aumento en la luz y el agua fue de 200%. La Gráfica también sufrió el cimbronazo de la devaluación en los costos de producción y una parálisis del 40% en la demanda. Pero el tarifazo, con un aumento de 1000% en el servicio de luz, les presentó el peor de los escenarios. Debieron suspender un turno, congelar salarios y reorganizar a los trabajadores. Eduardo, trabajador de ventas, cuenta que esperan el estado parlamentario de un proyecto de ley para las fábricas recuperadas, que retrotrae y congela la tarifa a diciembre de 2015. “Nosotros queremos trabajar y llevar el pan a nuestras casas. No vamos a adoptar la lógica patronal de despidos. Resistiremos y saldremos a luchar por nuestros derechos”, remata.