Comuna 4: La peor de todas

La Comuna que integran La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya es la que peor calidad de vida ofrece en toda la Ciudad. Sus habitantes son los más desocupados y los que peores ingresos registran. Sus niños y niñas son los que menos acceso tienen a la educación y los que más mueren antes de cumplir un año. Los datos fríos fueron difundidos por el Centro de Investigación I-Ciudad y confirman, una vez más, la brutal desigualdad en territorio porteño. Por Juan Manuel Castro y Martina Noailles
Comuna 4: La peor de todas

En el norte se vive muy bien. En el sur, pésimo. Incluso, muchas de las familias que orillan el Riachuelo no viven, sobreviven. Y si bien esta desigualdad en territorio porteño viene de lejos en el tiempo, en contextos de crisis económicas y sociales se profundiza. Los datos fríos que confirman esta triste realidad surgen, esta vez, de un interesante trabajo que realizó el centro de investigación I-Ciudad donde se vuelca en un mapa de la Ciudad el Índice de Bienestar Urbano (IBU) de cada una de las quince comunas. Los datos corresponden a 2016 y concluyen que la Comuna 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya) es la que tiene los peores valores, principalmente en cuanto a desocupación, acceso a la educación, mortalidad infantil e ingreso salarial, todos indicadores que hacen a la situación económico-social de sus habitantes.  

 
Los colores del mapa que resume toda la investigación diferencian la calidad de vida que tienen, en promedio, los vecinos de cada comuna: desde muy positivo hasta muy negativo. En ese resultado general, que suma valores económicos-sociales pero también en cuanto al ambiente, la seguridad y el desarrollo urbano, la Comuna 4 es la última. En el otro extremo, bien al norte, se ubica la Comuna 13 que integran los barrios de Núñez, Belgrano y Colegiales. Los colores muestran claramente ese desequilibrio territorial con los indicadores positivos y muy positivos en los barrios del norte, los medios en el centro georgráfico de la Ciudad y al sur y sudoeste, los peores.
 
En las conclusiones, I-Ciudad le dedica un párrafo a la Comuna 4: “El único indicador muy positivo corresponde a la alta cantidad de comisarías en relación con el número de habitantes. La Comuna 4 tiene la más alta tasa de mortalidad infantil y de desocupación de la Ciudad, así como una baja matrícula escolar en relación a su población. A su vez, los ingresos per cápita, se hallan muy por debajo de la banda media. También son negativos los indicadores que miden el acceso a transporte público urbano, el nivel de conflictividad vecinal, la tasa de homicidios y el hacinamiento”.
 
Poco trabajo, bajos salarios
Uno de los ejes en los que indagó la investigación es el trabajo y el ingreso, bases desde donde cada ciudadano puede construir (o no) su vida y la de su familia. En base a los datos de la Dirección de Estadísticas de la Ciudad y haciendo un promedio de todos los habitantes de la comuna, concluyen que los barrios que integran la 4 sufren la mayor tasa de desocupación de todo el territorio que gobierna el PRO-Cambiemos desde hace casi 12 años. Al igual que en la comuna 8 (Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano), alcanza al 13,7% de su población casi cuatro veces más que el 3,8% de la Comuna 13 donde se localiza el desempleo más bajo seguida por la Comuna 2 (5,4%).
 
El nivel de desocupación de los vecinos y vecinas que habitan la Comuna 4 coincide, a su vez, con los indicadores de su ingreso. Es decir que no sólo son los que menos consiguen trabajo, sino que quienes tienen la suerte de tenerlo, también son los peores pagos.
 
Según la cotización del dólar de 2016 –que en diciembre de ese año alcanzaba los 15 pesos-, el ingreso en nuestra comuna promediaba los 620 dólares, el más bajo otra vez junto a la Comuna 8. La 13 y la 14 (Palermo) alcanzaban, por entonces, bastante más del doble: unos 1400 dólares. Nuevamente los barrios ubicados en el centro del mapa son los que tienen salarios intermedios (980 U$S).
 
El ingreso per cápita (como se denomina técnicamente) es parámetros de desarrollo económico y productividad y es, a su vez, básicamente, un buen elemento para medir el bienestar de una sociedad. En el sur más que bienestar podríamos llamarlo “malestar”.
 
Bebés que mueren, niños maleducados
La tasa de mortalidad infantil se determina a partir de la relación entre el número de bebés que mueren antes de cumplir un año y la cantidad de niñas y niños que nacen vivos en el mismo período. La Ciudad de Buenos Aires tiene una tasa que se considera baja según los estándares internacionales, ya que, en promedio, está en un valor de 6,9 por cada mil niños nacidos vivos. Sin embargo, la desigualdad vuelve a golpear el sur, donde los indicadores casi duplican el promedio y quintuplican la mejor tasa. Así, mientras la Comuna 4 tiene 11,9 bebés muertos cada mil niños, en la Comuna 6 (Caballito) la tasa es de apenas 2,4. Obviamente, la cantidad de niños que mueren al nacer o antes de cumplir un año está totalmente vinculado a la situación de pobreza (alimentación, condiciones habitacionales y ambientales, acceso a la salud).
 
La cantidad de niños, niñas y adolescentes que asisten a la escuela es otra manera de medir la calidad de vida, pero sobre todo las posibilidades futuras de los más pequeños de la Ciudad.
En su trabajo, I-Ciudad tomó la cantidad de matrícula pública y privada existente para niveles primario y secundario (por cada 100 mil habitantes); es decir, que sus conclusiones no avanzan sobre problemáticas como la repitencia, el atraso en la escolaridad, el abandono escolar o los niveles de promoción.
 
En cuanto al acceso a la educación, entonces, la Comuna 4 vuelve a registrar el peor valor con un 17% por debajo del promedio de la Ciudad mientras que otra vez las del norte y el centro superan el promedio en hasta un 13%. La asistencia al colegio secundario tiene valores más bajos que el primario. Muchos de esos adolescentes, en los barrios con más desocupación y peor ingreso salarial, deben salir a trabajar para aportar al sustento familiar.
 
Según relevamientos del sindicato UTE y de organizaciones que nuclean a familias que no consiguen vacantes, las comunas 4 y 8 son las que tienen más chicos excluidos del sistema educativo debido a la falta de vacantes, principalmente en el nivel inicial. Además, en los primarios y secundarios de esos mismos barrios, faltan docentes lo que complica la asistencia de los alumnos y alumnas.
 
Subdesarrollo urbano
Los investigadores de I-Ciudad midieron cuatro indicadores para establecer el Desarrollo Urbano por Comuna: la distancia a medios de transporte público, el valor de la propiedad, la oferta cultural y los reclamos de los vecinos por deficiencias en la vía pública.
 
En este ítem la Comuna 4 tiene indicadores diversos: es negativo en cuanto a las cuadras que los vecinos deben caminar para tomarse un metrobús, tren o subte (8 cuadras en promedio); es intermedio en la oferta de espectáculos y otras movidas culturales. Aquí, aseguran los miembros de I-Ciudad, es determinante el rol de La Boca que sube el promedio en relación a lo que ocurre en Pompeya o en Parque Patricios. Lo que habría que analizar es quién disfruta de esa importante oferta cultural que concentra La Boca; a priori podemos asegurar que no son en su mayoría los habitantes del barrio sino los turistas que lo visitan. Por lo que el indicador puede resultar tramposo si de calidad de vida hablamos.
 
En cuanto al valor de la propiedad, este estudio ubica a la Comuna 4 en un nivel intermedio. Vale aclarar que la metodología utilizada para este indicador pondera positivamente la banda media “basados en que si bien muchas veces los inmuebles más caros pueden ser de buena calidad constructiva, su acceso resulta restringido a los estratos sociales más altos. Inversamente, en aquellos barrios donde la propiedad es más barata, es frecuente que la calidad constructiva sea deficiente”.
 
Sin embargo, al analizar cómo habitan sus viviendas los vecinos de la Comuna 4 los valores son negativos, con un importante nivel de hacinamiento. Esta situación, que empeora la calidad de vida de las familias, puede observarse en las casas de inquilinato y los conventillos de La Boca y en las viviendas de la villa 21-24 de Barracas.
 
Política pública
La construcción de este Índice, señalan sus investigadores, tuvo como marco teórico y metodológico un modelo sustentado en la participación de tres actores fundamentales: la sociedad civil, el mercado y el Estado, “entendidos como participantes necesarios en la construcción de una vida urbana que genere condiciones y posibilidades armónicas y sustentables para los habitantes de la Ciudad”.
 
En ese sentido, y de cara a construir una ciudad con justicia social, estos datos deberían constituir herramientas de organización que interpelen al Gobierno porteño de turno, que es quien debe garantizar un piso mínimo de acceso a derechos fundamentales en toda la Ciudad. Hasta ahora, la desigualdad norte-sur sigue siendo brutal. Los números no dejan dudas.