Cultura en familia

Luzuriaga Club Social abrió sus puertas en Barracas como un espacio de arte y música popular pero también de encuentro entre vecinos y vecinas. Por Ignacio Rosales 
Cultura en familia
El Club Social Luzuriaga se ha convertido en un oasis para el intercambio cultural de los habitantes del barrio de Barracas, quienes ahora cuentan con un espacio para disfrutar de diversos talleres, recitales, teatro o literatura. El centro cultural tiene una característica peculiar: es gestionada por un grupo familiar.
 
Con el objeto de constituir un espacio de encuentro, consolidar un sitio de fomento cultural y abrir las puertas a expresiones artísticas, en la calle Luzuriaga 348, entre Los Patos y Amancio Alcorta, se encuentra Luzuriaga Club Social creado por la familia Szalkowicz.
 
“Como papás vimos lo que pasaba con nuestros hijos en relación a la cultura, tenemos un hijo músico, tenemos otro hijo conectado con música, filma música. Entonces íbamos viendo lo que les pasaba a los artistas y decidimos hacer esto”, sostiene Mónica Szalkowicz, coordinadora del centro. 
 
El camino pantanoso apareció, las condiciones coyunturales no les fueron ajenas a la familia, lo que repercutió en la gestión del centro que se hizo cuesta arriba. Pero con el paso del tiempo, haciendo esfuerzos y retroalimentándose de su fundación, el centro cultural logró cumplir la función, entre otras cosas, de articulador entre grupos de expresión artístico-cultural. 
 
Allí los distintos movimientos de expresión cultural y popular hacen alianzas con gente de otros ámbitos, siempre dentro de las mismas esferas culturales para sobrellevar sus proyectos.
 
Tras canalizar su preocupación por la permanente clausura de centros culturales, Mónica tomó la decisión de comprar una nueva casa, mudarse y hacer que el centro cultural sea económicamente sustentable.
 
En un principio, el centro cultural era una exposición de arte tanguero. De ahí mutó la iniciativa “Vinilo tinto”, un ciclo de interpretaciones armado por tres tangueros que cada viernes protagonizan las juntadas en el lugar.
 
La incorporación a su agenda de los viernes “La noche de las pibas”, y la articulación con otras entidades culturales, el club social decidió abordar un proyecto de dos talleres al mes sobre Educación Sexual Integral (ESI). 
 
Los talleres son abordados desde dos perspectivas. “Mujeres de la historia” cumple la función de poner en relieve, el protagonismo, los aportes y el rol que han desempeñado distintas mujeres en procesos de transformaciones políticas en la región. 
 
El centro cultural trabaja con un derecho ignorado desde hace años por el Estado: la educación sexual integral (ESI), que según la ley (26.150) sancionada en 2006 es de cumplimiento obligatorio en todo el territorio nacional. Los talleres del mes de julio se titulan: "Proyectando La ESI. Perspectiva de género en nuestra historia" y “ESI en las Escuelas. Un Abordaje desde la Literatura”.
 
Los talleres consisten en charlas abiertas a familias, vecinos, docentes. Ahí se abordan temáticas relacionadas a la ESI desde la literatura infantil y no infantil. En un principio, los participantes de estos talleres eran docentes. A medida que avanzaban los intercambios de experiencias, surgieron distintos relatos de docentes que tuvieron desacuerdos con los padres por implementar la ESI en las escuelas. De ahí derivó la iniciativa de abrir los talleres a los padres con el fin de abrir su itinerario conceptual e ideológico. 
 
La gran cantidad de inscriptos llevó a la apertura de más talleres. “Cada participante, a medida que se integra al centro con sus interrogantes, inquietudes y aportes es una nueva oportunidad que se abre para el abordarje de una nueva temática”, sostiene Diego Szalkowicz, intérprete y estudiante de Instrumentista de Música Popular, especializado en tango. 
 
El club también cuenta con talleres de Autoescucha, Identidad Cultural, Co-escucha, que suelen programar en sus redes sociales. “Aprendemos a escuchar, ser escuchados, tenemos un pacto de intercambio de ideas, aprendemos a escucharnos a nosotros mismos”, afirma uno de sus integrantes. 
 
Los viernes se realiza un Ciclo de tango hecho por gente joven, dividido en cuatro facetas: Noche de las pibas: todas las músicas son mujeres y arman el staff musical, Las guitarras y cantores de Luzuriaga, Peña de cantores: distintos autores foráneos al Centro se anotan para interpretar juntos a los cantores de Luzuriaga, finalmente, Noche de invitados: grupos de tango llegan y exponen sus obras, finalizando todas las temáticas con micrófono abierto. 
 
Según Diego, ha sido un proceso largo, con muchas etapas, luchas permanentes, una forma de hacer las cosas, que según él, no es la hegemónica, “una forma casi antisistema de hacer las cosas”. Al ser los vecinos muy cercanos entre sí, el centro funciona como articulador de nuevas relaciones humanas. 
 
Entre los músicos que se presentan al centro, tienen lugar estudiantes, docentes y participantes de la Escuela de Música Popular de Avellaneda.  “Hay una especie de ida y vuelta con la escuela, quizá no institucionalmente, pero muchos de los que estudian allá vienen a tocar por acá”, comenta Diego y asegura: “Vecinos que vienen a cantar, forman parte del club, es un espacio de encuentro”.