Seguirán en cada lucha

En apenas 13 días, La Boca perdió a dos militantes populares en manos del Covid. Raúl Bertolini tenía 59 años y era el fundador del MTL en el barrio. Osvaldo De Marco, tenía 51 y peleaba por el derecho a la vivienda desde el asentamiento Lamadrid. 

Seguirán en cada lucha

Raúl y Osvaldo eran dos tipos cabrones. De esos que discuten a cara de perro por lo que creen justo. Dos luchadores. Pero de esos que también dejan escapar sonrisas y que, ante todo, abrazan lo colectivo. La vida no les regaló nada, los dos la remaron lunga poniendo el cuerpo cada vez que fue necesario. Siempre por un barrio más justo, menos desigual.

Raúl Bertolini nació en Amstrong, Santa Fe y hace unos veinte años, quizás un poco más, se vino a vivir a La Boca. En plena crisis de 2001 sobrevivía como remisero, con un auto prestado. Por esos años Manu Álvarez lo vio por primera vez: “Lo conocí un día que vino al local del PC de Herrera 1737. Lo recibí junto con otro compañero”, recuerda su amigo, quien hasta la pandemia compartió con Raúl cada fin de semana de laburo arriba del Puente Nicolás Avellaneda. “Tomó un basural y lo recuperó para su barrio. Fue a buscar chapas usadas al incipiente Mega de Parque Patricios”, relatan sus compañeros de militancia desde las redes sociales. Hablan del terreno de Suárez 542 donde se asentaron varias familias y donde, hasta hoy, funciona el espacio político y social del MTL La Boca.

Pero Raúl no quería seguir con el remis. “Recordé que él era dibujante técnico. Así que le dije que seguro que esa tecnicatura le haría conseguir más fácil la matrícula de gasista. Y así fue que cambió de oficio”, cuenta Manu. “Más tarde organizó decenas de cumpas para que laburen en el puente y fue uno de los artífices de esa gran obra que nos llena de orgullo a todes”, recuerdan desde el movimiento. Fue en 2007 que militantes de distintas organizaciones de La Boca e Isla Maciel se pusieron como objetivo recuperar el puente para que las familias y las y los trabajadores de cada orilla pudiera cruzar de forma segura. En 2010 Raúl y otros compañeros cortaron la cinta. “Entraron a trabajar compañeros cartoneros, muchos nunca habíamos tenido un trabajo formal. Nos transformamos en trabajadores y después nos hicimos gremialistas. Fuimos aprendiendo sobre la marcha”. El que habla es Mario González, de la Organización Los Pibes, otro de los que pusieron el cuerpo para la recuperación y de los que sintieron fuerte la noticia de la muerte.

A fin de mayo, el Covid llegó al predio del MTL donde vivía Raúl. La CTA porteña salió a denunciar el lento accionar del Gobierno para atender a las 12 familias, tras conocerse que una de las vecinas estaba contagiada. No hubo hisopados. El Detectar era, en esos días, un reclamo. Semanas después, Nilda –militante del MTL y trabajadora del puente- murió. Raúl era paciente de riesgo. Tenía hipertensión y era insulinodependiente. Estuvo internado en el Centro Gallego. Murió el 14 de julio.  

Sólo 13 días después, llegó la noticia de la partida de Osvaldo De Marco. Otro golpe inesperado. Tenía 51 años, se fue muy rápido, apenas 5 días internado en el Argerich. Sufría de EPOC.

Osvaldo vivía en Suárez 58 donde, junto a su compañera Paulina, sostenía el merendero “Venciendo al gigante”. Era delegado de su manzana y desde allí peleó por el derecho a la vivienda digna para todas las familias del asentamiento Lamadrid, una zona del barrio que se pobló hace 30 años sobre el descampado que bordeaba al Riachuelo.

Fue una de las voces que exigió el cumplimiento de la ley 2240 que en 2006 estableció la emergencia ambiental y urbanística de La Boca. Pateaba el barrio y puteaba contra el Distrito de las Artes y contra sus negocios inmobiliarios a los que el macrismo allanó el paso a costa de desalojo y expulsión.

En 2008 la Corte Suprema condenó a los Estados a sanear el Riachuelo, a relocalizar a las familias que habitaban el camino de sirga y a mejorar las condiciones de vida de quienes viven a sus orillas. El asentamiento no estaba entre las villas a relocalizar. Pero el Gobierno quería desalojar las viviendas ubicadas bajo la autopista. Finalmente, la lucha de les vecines logró que Lamadrid sea parte de la causa. Osvaldo estuvo en cada reunión, en cada mesa de trabajo. No quería créditos que endeudaran y alejaran a las familias de su barrio en busca de un techo barato en el conurbano. Quería relocalización sin desarraigo.

Siempre mascaba rabia, pero increíblemente no dejaba de sonreír. Agustín Territoriale, compañero abogado del Ministerio Público de la Defensa, así lo recuerda: “Osvaldo era un ‘tango de la boca’ hecho y derecho; con humor ácido, puñaladas certeras. Era bravo, pero sobretodo buen tipo y luchador, era de hablar calmo, pero sabía cuándo levantar la voz, así lo vimos a los gritos en la Corte, defendiendo a sus vecines, siempre conciliador, nunca transaba. El Riachuelo se queda sin una de sus voces más lúcidas, pero seguro que el poder de su ejemplo será el motor del ansiado saneamiento del río con justicia socio espacial”.

Dolor tras dolor

El 26 de julio, también como consecuencia del coronavirus, murió Ana Riquelme. Era enfermera del CeSAC Nº30, de Barracas, luchadora de la salud y los derechos de las mujeres. “Recorría los pasillos de Zavaleta y la 21-24 con un compromiso admirable, intercambiando saberes en la Casa de las Mujeres y las Disidencias. Luchaba para que no quedemos fuera del sistema de salud”, la recordaron desde la Garganta Poderosa.