EDITORIAL

Ni lentos ni perezosos 

Martina Noailles
Ocho meses. Ese fue el tiempo que se tomó el Instituto para la Vivienda de la Ciudad (IVC) para responder una carta enviada por la asamblea de vecinos de La Boca que, en noviembre de 2012, quiso conocer cuál era la situación del programa habitacional Casa Amarilla. Reunidos alrededor de la urgente crisis de vivienda que atraviesa el barrio, los vecinos organizaron diferentes acciones, entre ellas presentar al organismo y a los otros poderes del Estado- Legislativo y Judicial- un petitorio con una lista de reclamos tales como el fin de los desalojos y un plan habitacional para La Boca.
Obviamente que conocer el destino de las 438 viviendas que el IVC está construyendo a tiempo récord en los terrenos de Casa Amarilla fue uno de los principales planteos que la asamblea le hizo al organismo que maneja Emilio Basavilbaso. Básicamente porque sobre las adjudicaciones lo único que se conoce oficialmente es el silencio.

 

EDITORIAL

En fin, fueron ocho meses los que necesitaron el gerente del IVC, Gustavo Gillo, y la subgerente, Mónica Speranza, para responder tres párrafos –sí, tres párrafos- que merecen, como mínimo, un análisis pormenorizado.

El primer punto es el más largo. En seis líneas el IVC sostiene que no es legible el documento de una de las personas que presentaron el escrito (Lucas Yañez de la Organización Los Pibes).
En el segundo párrafo, la gerencia informa que “hasta el día de la fecha (4 de julio de 2013) no se procedió a la selección, calificación y/o adjudicación de los distintos grupos familiares inscriptos en el año 2005” a la Operatoria Viví en tu Casa (Programa Casa Amarilla).
Apenas leí estas líneas busqué entre mis papeles. En el cajón de mi escritorio encontré el convenio a través del cual, en diciembre de 2012, el IVC le otorgó a la Asociación Casa Amarilla todo el poder de definir quiénes serán las 438 familias beneficiarias del plan. Con esa firma, la asociación que preside Diego Basualdo le entregó al organismo un listado (escrito a mano en un libro de actas) con los elegidos. Varias páginas a donde figuran los nombres, DNI y números de socio de cada uno de ellos. Yo tengo copia de todo esto y escribí un artículo que salió publicado en tapa en la edición de junio de Sur Capitalino. Es raro que Gillo y Speranza no lo tengan. ¿Se les habrá traspapelado entre tantos planes de vivienda que está adjudicando el IVC?
Pero ese no es el único listado… Los funcionarios del IVC tampoco tienen, parece, otro listado más detallado que data de febrero de este año y que el propio IVC le remitió a la Legislatura ante un pedido de informes votado en el recinto a propuesta de Carlos Presman y Rubén Campos (UCR).
Allí, tras una carátula con el logo del IVC y unos planos con los edificios, se especifica uno por uno qué departamento, piso, cochera (para algunos), corresponde a cada adjudicatario con nombre y apellido. Incluso dice cómo se compone el grupo familiar de ese titular, si tiene hijos, si hay adultos, si son hombres o mujeres.
Pero entonces ¿se seleccionó o no a quienes recibirán una vivienda a pagar en 30 años? Si no lo hicieron, como aseguran Gillo y Speranza, ¿qué es esa lista que tengo ante mis ojos? Y si ya tienen a los adjudicatarios ¿por qué mienten?
El tercer párrafo de la respuesta jugosa del IVC es, directamente, una falta de respeto a la inteligencia de los vecinos. “Se les hace saber que, en caso de no estar inscriptos, pueden optar por completar el formulario de solicitud de adjudicación de vivienda a los efectos de quedar registrados en la base de datos para futuros planes de vivienda, o solicitar inscribirse en un crédito individual, ley 341”.
Me animo a asegurar que la mayoría de los vecinos que exigen una vivienda digna en La Boca se han inscripto innumerables veces en planes habitacionales sin ningún éxito. Y saben que, desde que asumió en 2007, Mauricio Macri sólo cortó la cinta de un conventillo con ocho viviendas que debió terminar por orden judicial.
Por otra parte, el mismo IVC que ahora invita a inscribirse en la Operatoria Ley 341, respondió en abril de este año a otra carta de vecinos que, si bien el programa “no se encuentra cerrado… corresponde informar que el presupuesto se encuentra restringido para la compra de nuevos inmuebles toda vez que el mismo se encuentra asignado a obras en ejecución”. ¿Entonces? ¿Si no hay presupuesto, para qué invita a inscribirse?
Ocho largos meses se tomó el IVC para responder de esta forma a quienes reclaman, simplemente, que se cumplan sus derechos.
Y mientras ellos elaboraban su vacía respuesta, cientos de personas salían a la calle a hacer visible su reclamo, en una marcha que no casualmente terminó frente a Casa Amarilla.
Mientras ellos pensaban qué contestar a los atrevidos vecinos, el fuego destruía, una vez y otra vez más, habitaciones de chapa donde el frío se espanta a garrafa y guiso.      
Mientras ellos no decían nada de nada, diez pibes abandonaban la escuela porque tras el desalojo su mamá no encontró dónde acurrucarse en La Boca de las usinas y las artes, y cruzó el Riachuelo en busca de un techo a 2 pesos.

Pero no es que sean lentos. Tampoco perezosos. No. Son bien vivos y muy rápidos para hacer negocios y dejar afuera a los más vulnerables.