El escenario perfecto

El 6 de enero el Partido Comunista de la Argentina celebró su centenario en el Teatro Verdi, el mismo lugar donde se fundó en 1918. La elección no es casual. En su larga historia de vida, el Verdi fue testigo de asambleas obreras, reuniones anarquistas y socialistas, consecuencia de un barrio donde la resistencia fue y es cosa de todos los días. Por Martín Cortés

El escenario perfecto

El Partido Comunista celebró sus 100 años en el Teatro José Verdi de La Boca con la presencia de organizaciones políticas y sociales, así como delegados del exterior y agrupaciones juveniles extranjeras nucleadas en el 8º Campamento Nacional de la Federación Juvenil Comunista. El lugar elegido fue el mismo donde el 6 de enero de 1918, con la presencia de trabajadores de la Capital Federal y las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, se conformó el Partido Socialista Internacional, una tendencia izquierdista del socialismo de Juan B. Justo que más tarde tomaría el nombre definitivo de Partido Comunista. Con esta efeméride, cercana a los 100 años de la Revolución Rusa, La Boca hizo emerger un legado invisibilizado de luchas obreras de alcance nacional y regional, que se cerró con espectáculos a la calle de Beba Pugliese, El violinista del amor & los pibes que miraban y Manuel Santos.

 
La Boca resultaba un barrio amenazante para la clase gobernante a principios del siglo XX. Situada en los márgenes de la ciudad, casi cayéndose de su confín sureste, esta lengua de tierra expresaba el relativo fracaso de un proyecto de país trazado desde arriba. La inmigración esperada de brazos y capitales de Europa finalmente había traído al Río de la Plata a inmigrantes mediterráneos, en su mayoría labradores empobrecidos por la constante baja de los precios de los alimentos en sus países. Rápidamente estos inmigrantes, en su mayoría italianos, se apropiaron del territorio, llegando a bautizarlo como la República de La Boca.
 
La pujanza y el orgullo de los inmigrantes italianos se hacía patente en la forma en que organizaban su colectividad, con todo tipo de instituciones económicas, sociales y culturales, de las cuales el ejemplo más conocido son las sociedades de socorros mutuos. Precisamente la idea de construir un teatro surgió de la necesidad de tener una sede para la filarmónica barrial. La sede definitiva del salón se inauguró en 1901 y adquirió el nombre del compositor José Verdi, cuyas obras eran las primeras que la banda había tocado. Pero sería una simplificación pensar que había argentinos ricos en el centro de la ciudad e inmigrantes pobres en los márgenes. Pocas décadas después del primer gran flujo de inmigrantes a fines del siglo XIX, los resortes de la desigualdad social habían estratificado a la sociedad, y un trabajador italiano podía ser explotado por un patrón de la misma nacionalidad: la lealtad nacional comenzaba a desdibujarse a medida que los inmigrantes y sus hijos se asimilaban a la nueva nación.
 
La primera década del siglo XX fue de conflicto social, como atestiguan la sanción de la Ley de Residencia, la Huelga de los Inquilinos de 1907 (cuyo germen fueron los conventillos de la calle Pinzón) donde los protestantes empuñaban escobas “para barrer a los propietarios”, los actos del 1º de Mayo o el atentado contra el jefe de Policía Ramón Falcón por parte de Simón Radowitsky. Los inmigrantes estaban en la mira: al no ser argentinos, no votaban, y al ser en su mayoría pobres, traían inestabilidad social. Parecía que el sistema no podía absorberlos, y se temía que incluso podían ponerlo en jaque, como ocurrió en Rusia en 1917.
 
La Revolución Rusa fue un parteaguas para la Argentina de esos años, incluso dentro de la izquierda. Es el principal hecho que explica el surgimiento de un Partido Comunista argentino, uno de los principales de América Latina. Los socialistas estaban cómodos siguiendo las reglas del juego político tras la ley Saenz Peña de 1912. Alfredo Palacios incluso se había lanzado como candidato a diputado en el mismo Teatro Verdi en 1903. En verdad, los socialistas disputaban los votos a la Unión Cívica Radical. Los arrabales, donde había menos profesionales e incluso menos alfabetización, eran más cercanos a los anarquistas, quienes realizaban mítines en la desaparecida Sala Ateneo Iris, en Brown al 1300. Rusia había demostrado que una multitud de desharrapados podía quitar de en medio incluso a los socialistas para hacerse con el gobierno. Es fácil imaginar el miedo que habrá sentido toda la clase dirigente argentina ante la Revolución Rusa. La versión extrema de ese miedo fue durante la Semana Trágica de enero de 1919, donde los barrios del sur porteño volvieron a tener protagonismo.
 
De esta manera, no es de extrañar que los días 5 y 6 de enero de 1918 tuviera lugar en el Teatro Verdi de La Boca el congreso de fundación del Partido Socialista Internacional, que pasaría a llamarse Partido Comunista en 1919. Las personas que llenaban el salón en esos días de calor eran trabajadores jóvenes, inmigrantes o hijos de inmigrantes, y algunos participantes profesionales de clase media. La lectura favorable que hacían de la Revolución Rusa los separaba completamente del Partido Socialista. Y habían elegido como lugar para debatirlo un barrio amigable con este tipo de ideas. Pocos años antes, en la calle Florida, el circo del payaso inglés Frank Brown había sido incendiado intencionalmente por llevar hijos de trabajadores al centro. Nada de eso podría pasar en La Boca, un barrio de trabajadores desde su origen. Allí, los futuros comunistas, igual que los anarquistas, se sentirían como en su casa.