En terapia intensiva

El presupuesto destinado a la Salud de la Ciudad se ubicó en su mínimo histórico. En 2019 representó un 15,3% cuando en 2007 equivalía al 23,1%. El Argerich sufre graves consecuencias: la guardia no da abasto y las camas no alcanzan. Por Santiago Mayor

En terapia intensiva

La guardia está colapsada. Hombres y mujeres esperan horas para ser atendidos. Afuera hace mucho frío. El puñado de asientos que hay en la pequeña sala de espera no da abasto. Entre los que esperan ser atendidos por un médico, se mezclan personas en situación de calle que buscan resguardarse de las bajas temperaturas. Una señora con un bebé en brazos discute del lado de afuera de la puerta de entrada. Se queja del tiempo que lleva allí. Adentro, otros y otras hacen fila para llegar a la ventanilla.

 
Así es cualquier mañana en la guardia del Hospital Argerich. El estado de la institución sanitaria que funciona hace más de un siglo en el barrio de La Boca no es casual. Lleva largo tiempo y se inscribe en la preocupante situación que se vive en la salud pública del distrito más rico del país.
 
A fin de 2018, la Auditoría General de la Ciudad alertó sobre la reducción de los presupuesto de todos los hospitales y centros de salud y acción comunitaria (CeSAC) de la zona sur. En el caso del Argerich implicó un achicamiento del 55%. La falta de personal administrativo y de profesionales de la salud fueron los dos problemas principales que detectó la Auditoría. 
 
En marzo de este año, la auditora Mariela Coletta remarcó que este problema abarca a todos los centros de salud. Pero, puntualizó, que en el caso del Argerich además se evidencian otros problemas. Por ejemplo, que las salas de parto son insuficientes, lo que no garantiza la privacidad de las pacientes ni el derecho a estar acompañadas durante la internación. También señaló el mal estado de las camas y la falta de un lugar específico en la guardia para atender a las personas con problemas de adicciones.
 
A pesar de estos informes alarmantes, en 2019 el presupuesto destinado al área de Salud se ubicó en su mínimo histórico: en relación al total, representó un 15,3% mientras que en 2007 -año en que el PRO se hizo cargo del Gobierno porteño- equivalía al 23,1%. 
 
En términos absolutos, el dinero asignado este año al mantenimiento de hospitales, centros de salud y distintas campañas sanitarias aumentó apenas un 30% interanual cuando la inflación oficial de 2018 fue del 47,8%.
 
Falta de todo
Una profesional de la salud que prefirió mantener su nombre en reserva por miedo a represalias (una constante que se repitió a lo largo de la elaboración de este artículo) ratificó los dichos de Coletta. La falta de personal capacitado para atender, tanto en el hospital como en los distintos CeSAC, es habitual e incluye también a trabajadores sociales, psicólogos y psiquiatras.
 
“Una de las puertas de entrada al hospital es la Guardia que es un servicio que siempre está con muy bajos recursos”, comentó a Sur Capitalino Victoria Wauters, quien fue jefa de residentes médicos hasta mayo. “Allí hay poca cantidad de profesionales y eso genera que esté muy sobre exigida y con horas de demora, lo que deriva en situaciones de violencia que también lleva a que les trabajadores después no quieran atender en ese lugar”, añadió y sentenció: “La Guardia en sí es un lugar poco accesible y violento tanto para trabajadores como usuarios”.
 
Roberto, un vecino del barrio que hace más de 30 años se atiende en el Argerich, recordó que cuando él empezó a ir “no había trasplantes y ahora se hace de todo, hay más equipamiento”. Sin embargo, coincidió en que “falta personal” y también “faltan camas sobre todo en terapia que es un embudo”. 
 
“Sin camas libres no podes operar y es un círculo vicioso, se frena todo y los que están mal se ponen peor y los peores se mueren”, relató. De acuerdo a un informe elaborado por la Fundación Soberanía Sanitaria (FSS), en los primeros diez años de Gobierno del PRO en la Ciudad de Buenos Aires la cantidad de camas disponibles en instituciones sanitarias se redujo en 568. Esto equivale, aproximadamente, a la capacidad de cinco hospitales. La tendencia, que venía siendo constante desde 2004, se mantiene.
 
“Actualmente en el Hospital Argerich hay falta de insumos, falta de médicos, falta de camas para internación y, por supuesto, el presupuesto otorgado no alcanza”, completa una enfermera que también pidió reservar su identidad. Asimismo no duda en afirmar que la responsabilidad directa es del Gobierno de la Ciudad. “Lo asignado [en términos presupuestarios] es insuficiente para la demandas de toda índole”, apuntó.
 
Sur Capitalino intentó contactar a las autoridades de la institución. No obstante, luego de solicitar detalles sobre el perfil del artículo y el medio en el que se iba a publicar, desde el área de prensa dejaron de responder los mensajes.
 
Burocracia vs salud pública
Otro problema que se puede observar a simple vista y es ratificado en cada testimonio de usuarios y profesionales, es la dificultad para acceder al derecho a la salud. La gente tiene que hacer filas “de una o dos cuadras para conseguir algún turno”, recuerda Victoria Wauters. Si bien reconoce que “es un sistema que se desarrolla así hace años” no por eso deja de ser “inhumano”. Además “el acceso a un montón de prácticas más específicas o de más alto costo es aún peor”, explicó y mencionó el caso de las cirugías programadas que “tienen largas listas de espera”.
 
Otro médico que se desempeña en el Argerich hace muchos años coincide. “Los turnos para hacer los métodos complementarios, como una ecografía, se atrasan mucho”, subrayó y aseguró que si le pide algún estudio a un paciente “tarda entre tres y cuatro meses para tener recién un turno”.
 
“Tenemos muchísimas patologías, muchas enfermedades y pocos métodos complementarios para diagnosticarlas y, también, pocos espacios para los tratamientos”, cuestionó. Este médico, consultado por Sur Capitalino para esta nota, insiste en que si al paciente hay que mandarlo a hacer trámites “hay mucha burocracia para que pueda obtener el tratamiento indicado”. También, en lo que parece ser una constante, habló de la falta de camas. “Si tengo que internar un paciente tengo que pedir por favor para conseguir una”, dijo.
 
Un Gobierno ausente y un sistema fragmentado
“La responsabilidad claramente es en última instancia del Gobierno de la Ciudad y su plan respecto a la salud. Ya dio muchas muestras que no es una prioridad de su gestión y que buscan transferirlo al sector privado”, declaró Wauters.
 
La exjefa de residentes analizó que “no se puede pensar en un hospital aisladamente” y que, para mejorar, “el sistema de salud en la ciudad y en Argentina deberían cambiar de raíz”. Desde su perspectiva, el sistema actual “está súper fragmentado, es injusto y no es equitativo”.
 
La referencia remite a los tres subsistemas de salud: el de las obras sociales, las prepagas privadas y el público que, supuestamente, brinda cobertura a toda la población pero en la práctica, como se ve en el Argerich, no es así.
 
“Habría que modificar el sistema de salud de lleno. El modelo ideal es un sistema único de salud que obviamente debería ir acompañada de una perspectiva política muy distinta a la de este Gobierno”, remarcó la entrevistada.
 
No obstante, señaló que hay cosas que “se podrían solucionar con más recursos” como son la falta de vacunas e insumos en los centros de salud. 
En la misma línea un médico agregó: “Hay que invertir primero en los recursos técnicos y después en los recursos humanos”. Y remató: “Estamos muy mal, cobramos muy poco y los aumentos no fueron suficientes”.
 
 
 
Un barrio sin vacunas
El faltante de vacunas en toda el Área Programática del Argerich, es decir en el ámbito geográfico de cobertura asignado al establecimiento de salud, se ha profundizado en el último tiempo.
 
“Ponen excusas como que la vacuna para la meningitis no es tan necesaria”, explicó a Sur Capitalino una trabajadora de la salud. “¿Si no es tan necesaria por qué no la sacan del calendario?”, se preguntó y respondió que el problema “es que sí es necesaria pero no hay”.
 
Respecto a este punto, un informe elaborado por profesionales de los CeSAC que se difundió a través de redes sociales denunció que ya en agosto de 2018 recibieron un memo de las autoridades instándolos a postergar la dosis de menveo (vacuna contra la meningitis) en los niños y niñas de 11 años. 
 
A su vez, aseguran que desde entonces las entregas comenzaron a disminuir y desde marzo de este año directamente ya no recibieron más. En el primer trimestre de este año, apenas pudieron cubrir un 23% de la demanda, es decir que 149 menores de edad no fueron inmunizados contra esta enfermedad.
 
Mediante un grupo de Facebook, creado originalmente por la falta de vacantes en la escuelas públicas, las y los vecinos se organizan para saber en qué dependencias hay disponibilidad y pueden vacunar a sus hijos.
 
 
 
Un emblema en decadencia
El primer antecedente del Argerich data del año 1897, cuando en Brandsen al 500 se abrió la Estación Sanitaria de La Boca por iniciativa de las y los vecinos. En 1900 se tuvo que trasladar a un nuevo edificio en Pinzón 546 que, cuatro años más tarde, fue bautizado como hospital de agudos “Dr. Cosme Argerich”. Recién a fines de 1945 se inauguró la sede definitiva en Pi y Margall 750.
 
Desde entonces, la institución se fue convirtiendo progresivamente en una referencia para la Ciudad, el país y toda América latina. En 1952 se crearon las áreas de cirugía cardiovascular, cirugía biliopancreática y diagnósticos y tratamientos hemodinámicos.
 
Para la década de 1960 se comenzó con las residencias médicas, jerarquizando la formación de las y los profesionales de la salud. Ya a fines de los ‘80 se conformó el área de diálisis y se empezaron a realizar los trasplantes renales a los que luego se sumarían los hepáticos y cardíacos.
 
En 2003 fue declarado como el hospital responsable de la salud de los miembros del Poder Ejecutivo Nacional. Sin embargo, producto de la falta de inversión en salud desde que el PRO gobierna la Ciudad de Buenos Aires, durante los últimos años el deterioro fue notable llegando en la actualidad a una situación crítica.