Empleadas domésticas en cuarentena

La mayoría son mujeres y pobres. Se encuentran en especial situación de vulnerabilidad. Sólo están autorizadas a trabajar quienes realizan tareas de cuidado de personas. El resto enfrentan despidos, suspensión del salario y hasta descuentos del IFE. Algunas, deciden exponerse para no perder su ingreso.

Empleadas domésticas en cuarentena

Estefana hace 35 años es vecina de la villa 21-24 y a los 12 años tuvo su primer empleo como trabajadora de casas particulares sin retiro, cama adentro. Llegó de Paraguay a la Argentina con su madre, que también era empleada doméstica. Para ayudar a su familia, mantenerse, estudiar y criar a sus tres hijos, desde niña cocinó para vender, tuvo un kiosco en el barrio y trabajó por hora en limpieza de casas. En marzo, antes del aislamiento social, Estefana empezó a cuidar de una persona mayor en el barrio Caballito, de lunes a viernes cinco horas. Hace un mes sus empleadores le pidieron que se quede cama adentro para evitar el contagio de coronavirus en el traslado; le aumentaron el salario a casi del doble pero cobra en negro. No está registrada. Según la última Encuesta Nacional a Trabajadores sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Argentina hay 1,4 millones de trabajadoras de casas particulares, 80 mil son empleadas en la Ciudad de Buenos Aires y el 75 por ciento del total están en la informalidad, es decir que no cuentan con los derechos laborales que obliga la ley.

Por la pandemia, las trabajadoras domésticas quedaron expuestas a situaciones que complicaron el desarrollo de su actividad y los ingresos de sus hogares. El DNU del Poder Ejecutivo solo exceptuó como esenciales a quienes realizan tareas de asistencia y cuidado de personas (adultes mayores, niñes y/o enfermos), que son una de cada cuatro trabajadoras (el 24,7 por ciento). Muchas de las que realizan tareas domésticas generales como limpieza, lavado, planchado, mantenimiento, cocina (el 72,7 por ciento del sector), enfrentaron despidos o suspensión del salario por no ir a trabajar. A otras, las obligan a ir igual para no perder el trabajo, o deciden exponerse para no perder su ingreso.

Las más vulnerables, como siempre, son las empleadas en negro: la tasa de no registro alcanza casi el 77 por ciento y sitúa a un millón de trabajadoras en la informalidad en todo el país. Estas mujeres que carecen de derechos laborales y protección por riesgos en el lugar de trabajo, se encuentran más desamparadas: “Por su perfil sociodemográfico y las condiciones en las que desempeñan su actividad, estas trabajadoras se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad en el actual contexto, pues están expuestas al impacto económico y social del COVID-19”, explica Elva López Mourelo, especialista en mercados de trabajo inclusivo de la OIT.

El Gobierno nacional tomó algunas medidas subsidiarias que incluyeron al sector de las trabajadoras de casas particulares. Además de los refuerzos en los planes sociales y asignaciones, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) incluyó a todas las trabajadoras domésticas como destinatarias, estén registradas o no. El IFE, que equivale a 10 mil pesos y es compatible con la AUH, se abona a un solo integrante del grupo familiar si el ingreso del hogar no es superior al mínimo vital y móvil. “Me parece muy bueno que por primera vez el Estado piensa en la trabajadora doméstica como un sector de necesidad”, destacó Carmen Brítez, secretaria nacional de Organización de la Unión del Personal Auxiliar de Casas Particulares (UPACP) y vicepresidenta de la Federación Mundial de Trabajadoras del Hogar.

Sin embargo, muchas trabajadoras sufrieron descuentos en sus sueldos por haber percibido el IFE: “Los empleadores les decían a las trabajadoras que si cobraban el IFE debían pagar solamente el resto del sueldo porque pensaba que era parte de su salario. Hubo muchísimos casos a nivel nacional donde el empleador quería descontarle los 10 mil pesos que el Gobierno le había dado. El salario de la trabajadora es una cosa y el IFE es un ingreso de emergencia que dio el Gobierno para reforzar en forma subsidiaria a las trabajadoras”, aclaró Brítez a Sur Capitalino.

Mujeres

“Esta fuerza de trabajo representa el 5,6 por ciento del empleo, el 17,4 por ciento de las mujeres ocupadas y el 22 por ciento de las mujeres asalariadas. Estas cifras muestran la relevancia de esta ocupación para el empleo femenino, así como la feminización del sector: prácticamente la totalidad de quienes desarrollan esta actividad son mujeres”, revela el informe elaborado por López Mourelo desde la OIT.

Además, el 48 por ciento son jefas de hogar y el 87 por ciento tiene a cargo menores de 18 años, lo que refleja una doble carga en las tareas de cuidado dentro y fuera del hogar. “El hecho de que un porcentaje tan alto de trabajadoras estén económicamente a cargo de un hogar numeroso y con presencia de niñes induce una vulnerabilidad que se ve reforzada por los relativamente bajos salarios del sector”. Además, el informe agrega que “viven en barrios donde muchas familias están en la misma situación y donde hay importantes déficits de atención y presencia del Estado”, como sucede en La Boca y en la villa 21-24. “Esto lleva a muchas de estas mujeres a realizar trabajos comunitarios no remunerados que permitirían hablar de una triple carga de cuidado”, concluye.

Es el caso de Sandra, vecina de La Boca, quien habitualmente trabaja por hora en locales de la zona. Vive con dos de sus cuatro hijes y está pagando un crédito del IVC. En este momento está sin ingresos, pero decidió sumarse solidariamente a diferentes espacios que conforman la Red de Cooperación del barrio que asisten en la emergencia alimentaria. 

De un lado y del otro de la olla, desde el inicio de la cuarentena aumentó exponencialmente la cantidad de mujeres que se encuentran en la primera línea cocinando y asistiendo en comedores y, al mismo tiempo, las mujeres que, ahora sin ingresos, debieron acercarse a buscar un plato de comida para su familia.

LO QUE TENÉS QUE SABER

·         ¿Debe una empleada doméstica trabajar en cuarentena?

En el AMBA, sólo deben concurrir las trabajadoras que realizan tareas de cuidado de niños, adultos mayores y/o personas enfermas. Esa labor (cuarta categoría de la ley) está entre las “esenciales”.

·         ¿Me pueden cambiar de categoría para que siga yendo?

Si el empleador quiere pasar de categoría a la trabajadora, debe tramitar el permiso, declarar la existencia de personas para cuidados y aumentar el salario.

·         ¿Cobra igualmente en los días de cuarentena, aunque no haya ido a trabajar?

Sí, la trabajadora debe cobrar su salario habitual, aunque no se presente. También el aguinaldo.

·         La cuarentena comenzó cuando estaba en la casa de mi empleador ¿puedo volver a mi casa?

Sí, tenés derecho a regresar a tu hogar y el empleador/a no puede retenerte ni impedirte que te vayas.

·         ¿Cómo le notifico a mi empleador que no tengo que ir a trabajar?

Le tenés que avisar que por el decreto 297 estás dispensada de concurrir a trabajar. En el caso de que no lo acepte, le debés enviar un telegrama (cuando finalice la cuarentena), indicando que no fuiste a trabajar para cumplir la cuarentena.

·         ¿Me pueden despedir por no ir a trabajar?

No, durante la cuarentena no te pueden despedir.

·         ¿Puedo cobrar el bono de $10.000 del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE)?

Sí, ANSES estableció que el IFE le corresponde a todas las trabajadoras de casas particulares, estén o no registradas.

·         ¿El bono de 10.000 del IFE reemplaza al salario?

No. El IFE no es un pago a cuenta ni sustituye al sueldo. Los empleadores tienen la obligación de pagar tu remuneración, aunque no concurras a trabajar por la cuarentena y no pueden efectuarte ningún tipo de descuento, por eso.

 

Información brindada por la UPACP. Si tenés dudas, podés consultar al 4372-7150 o entrar a la web https://www.upacp.org.ar/