Estacionados

Desde hace un mes, la Estación Yrigoyen del Roca está cerrada. En una zona de Barracas con pocas líneas de colectivo, el tren es clave. La situación perjudica a vecinos, trabajadores y comerciantes. Desde la nueva gestión de Transporte aseguran que es por “obras de infraestructura”, pero no hay trabajos en marcha. Tampoco dan plazos. Se suma a la disminución de la frecuencia de los servicios. Mientras el servicio empeora, el pasaje aumenta.

Estacionados

De golpe y en un fin de semana, los trenes de la Línea Roca dejaron de detenerse en la Estación Yrigoyen, la primera después de Constitución y la última en territorio porteño antes de cruzar el Riachuelo y seguir su largo viaje por el sur. El cierre lleva poco más de un mes, pero la incertidumbre aumenta y preocupa a les vecines de Barracas y toda esa zona. Primero, a los pasajeros (laburantes del día a día o esporádicos), que subían o bajaban en esta parada y apenas tenían que caminar cuadras a su destino. También a les comerciantes de los alrededores, que sufren muchísimo la falta de la gente que habitualmente caminaba en los alrededores para abordar los trenes, en un área que se muestra, mientras tanto, desierta.

“Esta es una zona donde se suelen filmar películas o publicidades”, cuenta Claudio Casas, quien reside a cuatro cuadras de la Estación Yrigoyen. Es elegida, agrega, por la arquitectura bastante colonial del lugar, por los adoquines, el puente que se forma en Osvaldo Cruz y las vías, y el típico edificio inglés de ingreso y egreso a los andenes. Pero bien podría ser, en este verano, por la soledad del lugar. Es un día de semana por la mañana, pero el pequeño pasaje Juan Darquier, por la que obligadamente tendrían que circular los pasajeros para tomar o descender de las formaciones, no tiene ni un alma.

Para la zona, hay un antes y un después del 11 de diciembre, una jornada casualmente coincidente con la asunción del nuevo Gobierno Nacional. “Ese lunes, ya no abrió. La estación estaba funcionando correctamente, lo dicen todos los pasajeros y se veía el ritmo normal, no se escuchaban cancelaciones, problemas o inconvenientes. Aseguraron que era por obras, y en la charla, extraoficialmente, nos decían que serían cuatro o cinco días”, relata Claudio. Pero ya pasó más de un mes, y en todo ese tiempo, no se vio ni un obrero ni ningún material. En definitiva, está todo igual, pero con un candado.

Para les vecines de esta parte de Barracas, tener la Estación Yrigoyen cerrada es un enorme inconveniente. Están a 14 cuadras del centro de Avellaneda, por ejemplo, pero para moverse hasta allí tienen que tomar necesariamente dos colectivos. O para ir a Constitución, donde hay varias líneas de bondi, pero por el tránsito, pueden demorar 20 minutos en hacer las poquísimas cuadras que con el tren funcionando, pueden realizar en menos de 4.

Entre los vecinos, hay incertidumbre y preocupación, sobre todo por la política que Javier Milei prometió tener respecto a la obra pública. “Creemos que no se va a hacer nada”.

“De los laburantes que tenemos, salvo yo que vengo en moto o alguno más, la enorme mayoría venía con el tren. Es muy perjudicial para ellos, que terminan teniendo que bajar en Avellaneda y moverse. Si pasás, se ve a la gente cruzando el Puente caminando, a veces de noche, lo cual es más peligroso. Antes bajaban acá a una cuadra”, cuenta Damián. Él es el encargado del bar “Tres Esquinas”, de Goncalvez Días y Osvaldo Cruz, frente a la Plaza Díaz Vélez.

Es una zona más bien residencial, de viviendas, mezcladas con depósitos o galpones frente a los que se estacionan muchos camiones que llevan y traen paquetes o encomiendas. También hay fábricas. Por eso era común que el movimiento en el lugar estuviera restringido a la franja horaria laboral casi exclusivamente. Pero ahora, con la estación cerrada, hay menos todavía, lo que impacta en los locales de la zona. En “Tres Esquinas”, por caso, había una clientela de paso, que perdieron. “Se nota un cambio fuerte en el día a día, más allá de que es cierto que en verano la cosa bajaba. Pero contábamos con un caudal de gente que pasaba y capaz tenía que hacer un cachito de tiempo, y se tomaba un café o comía algo. Se veía mucho al principio de la mañana o por la tardecita. Eso por ahora, no lo tenemos más”, lamenta Damián, mientras acomoda las mesas que yacen, pasadas las 9, desocupadas.

Otro local enormemente perjudicado es la casa de Lotería situada en Darquier, exactamente enfrente del edificio de la Estación. Carlos Quintero, su propietario, cuenta con resignación que la falta de personas que después de bajar el tren se acerquen a comprar algunos boletos, le sacó gran parte de su clientela. “Otra cosa más que nos perjudica nuestro trabajo, qué se le va a hacer”. En el medio de la charla, golpean la puerta. Pero no es un cliente, es un repartidor que viene a traerle a Carlos un pedido que había solicitado. Lo pone de ejemplo para mostrar el único movimiento de la zona.

También focaliza en otro punto, el arquitectónico. Es que el inmueble de la Estación Hipólito Yrigoyen, antigua Barracas al Norte, se creó en 1908 por impulso de dos arquitectos británicos, que le dieron el sello de su tradición arquitectónica, haciendo un edificio de dos pisos, con las vías en el superior, las boleterías y oficinas en la Planta Baja, el corredor debajo para ir al otro lado, y la forma de arcos y columnas en su fachada. Por estas particularidades, fue designado por el Gobierno de la Ciudad en 1998 como “Sitio Esencial del Patrimonio Afectivo de Barracas y Bello Ejemplo de Arquitectura Ferroviaria”.

Entre les vecines, el escenario es de “incertidumbre y preocupación”, sobre todo por la política que el Gobierno de Javier Milei prometió tener respecto a la obra pública. “La estación sigue cerrada; nosotros no vemos movimiento de obras y creemos que no se va a hacer nada. Sí se ve personal arriba, en las vías, haciendo el mantenimiento, porque los trenes siguen pasando, solo que no se detienen”, señala Claudio. Para él, como representante de los residentes del lugar, se resolverían muchas cosas rehabilitando “una estación que estaba en condiciones”. “Los molinetes están prendidos incluso. Si quisieran, mañana mismo podría volver a funcionar”, lamentan.

Sur Capitalino consultó a fuentes oficiales de la Secretaría de Transporte del Gobierno Nacional, a cargo de la empresa Ferrocarriles Argentinos, encargada de la administración de este servicio en el AMBA. La información fue escueta, con pocos detalles, aunque coincidente con lo que habían podido recoger los vecinos del personal. “La estación se cerró porque es necesaria la realización de obras de infraestructura en el edificio”, indicaron. Sobre el tiempo que demandarán las tareas, y cuándos se iniciarán, respondieron: “No hay plazos”.