Violencia de género: la importancia de tomar el espacio público

Una intervención pública, en el marco de la Educación Integral Sexual de la Escuela Normal Superior Nº 5 y la obra de arte El tendedero para reflexionar la violencia de género. La pelea por la implementación de la Ley 26150. Por Fabiana Montenegro 

Violencia de género: la importancia de tomar el espacio público

¿Te han maltratado por ser mujer? ¿Te han acosado en la escuela o en la universidad? ¿Te sientes segura en la ciudad? ¿Cuándo fue la primera vez que te maltrataron o acosaron? ¿Qué has hecho o podrías hacer para evitarlo? Esas son algunas de las preguntas con las que alumnos y alumnas (habría que decir, alumnes) interpelaron a quienes, entre el miércoles 26 y viernes 28 de septiembre, pasaron por la esquina de Suárez y Arcamendia.

 
La intervención pública, que se da en el marco de la Educación Integral Sexual (ESI) de la Escuela Normal Superior Nº 5, es parte de la reactivación de El tendedero -una obra de arte participativa que la artista mexicana Mónica Mayer inició en 1978, con el objetivo de reflexionar sobre experiencias relacionadas con la violencia de género. La curaduría estuvo a cargo de Laura Rosa, miembro del Laboratorio de Arte y Violencia de género (LAV), que lleva adelante nuevas prácticas culturales y creativas para promover el debate sobre la presencia de este flagelo en nuestra sociedad.
 
El Tendedero, explica Shela Estévez –profesora de Historia e integrante del equipo de ESI- reproduce la acción tan íntima y femenina que hacemos adentro de nuestras casas en la vida privada, colgar nuestros trapitos. Del mismo modo, en El tendedero se van colgando los papelitos con las respuestas a las preguntas que los chicos les hacen a las personas que transitan por la calle. Son preguntas que tienen que ver con la violencia de género. Es un proyecto de concientización. Y al mismo tiempo, una obra de arte. La obra de arte es el acto de preguntar, responder y encontrarse.”
 
El resultado que Mayer logra con El Tendedero es muy importante porque, gracias a los testimonios, se puede visibilizar la violencia cotidiana que padecen las mujeres cuando son tratadas como objetos sexuales en las calles, en el trayecto a su trabajo, a la escuela, a lugares de ocio. Poner en palabras estas experiencias de acoso resulta difícil y lleva tiempo por distintos motivos: por sentirnos culpables, por vergüenza o por miedo a no sentirnos apoyadas. Es por eso que el acto de poder nombrar –sacar los trapitos al sol-, hoy más que nunca, es un acto poderoso para señalar, visibilizar, denunciar y empoderarnos.
 
Susana Segarra –otra docente del Normal 5 que, junto con Shela, Mariana Pellegrini y Mara Rodríguez Otero, forman parte del proyecto- dice: “las mujeres tendemos a naturalizar estos hechos y a silenciarlos. La primera vez que preguntás, te dicen que no sufrieron acoso o maltrato. Pero, cuando se empieza a repreguntar, en el intercambio, sale lo que las personas vivieron. Ahí empieza la obra de arte”. Y agrega: “realizar una actividad de este tipo es el resultado de años de trabajo. Hay temáticas que son impensables de haber abordado al inicio de la ESI. Aprendimos mucho de los chicos porque nosotros también nos tenemos que deconstruir”.
 
“Nuestra escuela –dice Shela- trabaja desde hace siete años con los talleres de ESI en grupos interdisciplinarios de profes de sicología, biología, ciencias sociales, para tener una mirada amplia de las cuestiones, no solo biológica. Le ponemos el cuerpo a los debates que se dan en la sociedad porque nos interesa que los chicos tengan herramientas para argumentar. Cuidamos la ley y la llevamos a la práctica.”
 
La ley es la 26.150, sancionada por el Congreso en 2006, estableció la creación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI), con el objetivo de garantizarles a los estudiantes de todos los niveles del sistema escolar el acceso a estos contenidos, tanto en instituciones de gestión estatal o privada. En 2008 se incluyeron: cuidado del cuerpo, perspectiva de género, diversidad sexual y afectividad, y se le dio alcance nacional y provincial.
 
Sin embargo, la ley aún ofrece resistencias a su implementación. Según la profesora, “hay –en los últimos tiempos- una movida refractaria a leyes que están vigentes hace mucho y que tienen una existencia real en las instituciones, como la ESI. Es una movida que buscan algunos sectores que le tienen miedo al ejercicio de los derechos porque sus constituciones tradicionales, patriarcales, se ven cuestionadas por jóvenes con un pensamiento crítico. Y en lugar de darle espacio al debate van por la resistencia al cambio”.
 
“A nosotros –continúa- nos interesa poner en escena una escuela activa, de encuentro con la realidad. Salir a la vía pública, ocupar espacios alternativos como la vereda, para visibilizar las acciones que son parte de su pedagogía, es una manera de defender la escuela pública, defender la unidad académica de la institución que está siendo violentada por el proyecto de la Unicaba, y defender la libertad de cátedra del proyecto del secundario del futuro que quiere imponer un modelo de articulación entre docentes. Nosotros vamos por más, por acciones que sean respetuosas de las identidades escolares. Nos interesa el futuro de la escuela secundaria, no la ‘secundaria del futuro’ de la que nos hablan.”