Nuevo plan pro
Sin participación vecinal ni plan inclusivo para el barrio, el Ministerio de Desarrollo Económico anunció un nuevo proyecto de “recuperación” de La Boca. Esta vez, la elegida es la abandonada calle Necochea, reflejo de la enorme crisis habitacional. Por Martina Noailles
Sur Capitalino
16 de Octubre, 2014
Usina del arte. Puerto Pampa. Molina Ciudad. Paseo de las artes. Y ahora Necochea. Una nueva calle Necochea, de cantinas pero también de arte. Algo que no puede faltar en el slogan de cada proyecto que intenta hacer pie en La Boca, desde que a fines de 2012 el Distrito de las Artes fue impuesto en este borde sur. En algunos días, según anunció el ministro de Desarrollo Económico porteño, Francisco Cabrera, comenzarán las obras que costarán 10 millones de pesos y que prometen, en sólo seis meses, reparar calles y veredas, instalar nuevas luminarias y plantar árboles. Estas inversiones -más la predisposición de los propietarios de las cantinas abandonadas de cederlas en comodato a desarrolladores artísticos- transformarían a las últimas cuatro cuadras de Necochea en el camino que recorrerán los turistas entre la Usina del arte y Caminito. El Gobierno porteño también espera unos 15 millones más de inversión privada.
"La sinergia entre los vecinos y el gobierno de la ciudad devolverá a La Boca, y fundamentalmente a la calle Necochea, su olvidado esplendor y, a la vez, generará nuevas inversiones y desarrollo en la zona sur. Estamos pensando en el futuro de la Ciudad, en una Buenos Aires moderna, con vecinos orgullosos de la vida en el barrio", anunció el ministro Cabrera hace cuatro meses. Lo que no explicó es cómo logrará tan ambicioso plan en una zona en que en el mismo lugar donde funcionaron unas 20 cantinas por los años 70 y 80, hoy viven más de cien familias. Es que, por ahora, los vecinos que habitan en esos inmuebles a “recuperar” no fueron visitados por ningún representante del Gobierno. Nadie acercó una propuesta alternativa para que abandonen los lugares que en muchos casos alquilan y en otros ocupan. “Escuchamos el rumor que quieren activar las cantinas pero no nos dijeron que nos tenemos que ir”, dice Alicia sentada al borde de la vereda a la altura del 1200. Ella alquila con otras 18 familias una vivienda que está entre las derruidas cantinas Rímini y La Fragata.
Al parecer, según la explicación del funcionario que está a cargo del proyecto Necochea, no habrá un desalojo masivo: “Estamos buscando una nueva vertiente de aproximación para lograr objetivos. El garrote no dio resultado, buscamos algo más civilizado. Plantearemos un plan de desarrollo artístico, intervendremos fachadas, vendrán obras en la calle. Así haremos un saneamiento social. De a poquito empujaremos la marginalidad. Echando luz, la oscuridad se va”, explicó a Sur Capitalino, el arquitecto Martín Renom.
Renom trabaja en el Ministerio de Desarrollo Económico porteño desde enero de 2013. Concretamente, se lo contrató para ocuparse de las “Intervenciones Urbanas Públicas en el Distrito de las Artes”, la misma tarea que, según su currículum publicado en la red social y laboral Linkedin, realiza la empresa Martín Renom Desarrollos Urbanos de la que es CEO.
La idea del equipo que coordina Renom en el Gobierno porteño es lanzar antes de fin de año un programa de “desarrollo artístico” que convoque a artistas a presentar propuestas para “renovar e intervenir” las viejas cantinas. Ahí es donde entran en juego los dueños de esos inmuebles quienes cederían sus espacios para que los artistas creen.
- ¿Cuál es el beneficio para estos propietarios?, preguntó Sur Capitalino a Renom.
- Hasta ahora la única opción que tienen es tapiar sus propiedades con la posibilidad de intrusión. Así podrían cederlas en comodato por tiempos breves. Después buscaremos otras formas de financiación, como esponsoreos extranjeros.
A Mariano Di Iorio los beneficios de este plan oficial aún no le llegaron. Il Piccolo vapore, la cantina de su papá, es la única que sigue funcionando en la calle de Necochea. Pero en marzo pasado, decidieron poner pausa a las fiestas de cumpleaños, casamientos y despedidas para remodelar el local de la esquina de Necochea y Suárez. Desde entonces Mariano puso manos a la obra.
“Ojalá que vuelvan las otras cantinas y la calle reviva. Pero a nosotros no nos vino a ver nadie. Esta remodelación la pusimos en marcha por las nuestras”, dice el joven con camisa de trabajo y las manos llenas de polvo. Detrás, los frescos de Vicente Walter sobreviven al paso del tiempo.
A menos de una cuadra, las obras de Walter se caen descascaradas. Durante 14 años, el lugar donde funcionó la cantina La Gaviota y luego La Fragata estuvo abandonado por su propietario . Hace un mes y medio, en el 1252 de Necochea se instaló Diego y su proyecto Dottore Malatesta Studio. Pero por ahora los trabajos de escenografía para teatro y televisión no pudieron empezar porque están intentando poner el salón en condiciones. Para ellos tampoco hubo subsidio ni ayuda oficial. “Vine porque soy un poco kamikaze. Ya teníamos un lugar en San Telmo y necesitábamos más espacio”, cuenta en medio de un local vacío y oscuro. A él sí lo fue a ver el arquitecto Renom. “Pero aún no hay nada en concreto”.
Lo que sí funciona es una flamante Asociación de Amigos de la Calle Necochea, conformada por propietarios de cantinas que impulsan la reactivación de sus negocios. Y algo más. “Queremos recuperar la historia perdida, algo que fue emblemático para el barrio… decir cantina es decir el nombre o el apellido de La Boca. La idea es recuperar la iniciativa y eso sólo se consigue sumando esfuerzos y deseos”, explica Juan Monti Palma, dueño de dos propiedades y miembro de la asociación que funcionará de nexo con el Ministerio de Desarrollo. Para armarla, los dueños tuvieron que localizarse. Ahora se reúnen periódicamente para “pensar ideas” de cara al futuro. “Todo dependerá de lo que se haga, del trabajo que se invierta, de la oportunidad que nos vaya a presentar el país”, reflexiona Monti Palma.
El plan general del Gobierno porteño para La Boca avanza a paso firme. La “reactivación” de la calle Necochea es una más de sus múltiples patas. El barrio es quizás el más postergado por las políticas públicas de la Ciudad. Pero ahora es blanco de proyectos comerciales e inmobiliarios que llegan de la mano de políticas públicas. De otras. Y para otros. Sin participación de los vecinos que lo pueblan, el Distrito de las Artes no hará más que seguir golpeando a los más débiles, profundizando la enorme crisis habitacional.