Escuela de Bellas Artes De la Cárcova: El regreso
Impulsados por los maestros Antonio Pujía y Ponciano Cárdenas; artistas, docentes y ex alumnos se autoconvocaron para refundar el centro educativo que fue pionero en Latinoamérica en perfeccionamiento de dibujo, escultura y escenografía. Por Silvia Vepstas
Sur Capitalino
23 de Febrero, 2016
“Estoy en un momento de mi vida en el que tengo que agradecer y devolver todo lo que este país me dio”. Algo así se le escuchó decir al escultor Antonio Pujía una calurosa tarde de diciembre. Estaba reunido con otros maestros del arte argentino a propósito de la organización de una exposición in memorian del escultor Marino Di Teana, prolífero artista egresado de la Escuela De la Cárcova. En esa reunión también estaba el boliviano Ponciano Cárdenas, eximio muralista que a mediados del siglo pasado pasó por Buenos Aires rumbo a su perfeccionamiento en Madrid y, en lugar de seguir hacia Europa, ancló en esa escuela para revolucionar el arte y su enseñanza. Al escuchar a Pujía, Cárdenas no tardó en recoger el guante. Y, con esa similitud de pensamientos que sólo suele verse en dos mentes geniales, ambos artistas, a sus 86 y 88 años respectivamente, se subieron a un sueño –quizá, el más importante de sus carreras- y pergeñaron dejar juntos un legado. La nueva faena: refundar la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto De la Cárcova que funcionó durante más de ochenta años en Av. España 1701, en Costanera Sur, y que desde hace diez se encuentra cerrada y olvidada por los últimos gobiernos.
La verdadera usina del arte
Fundada en 1923, la De la Cárcova fue una escuela de perfeccionamiento para docentes y artistas graduados que venían recibidos en dibujo, pintura, escultura o grabado, de las escuelas Manuel Belgrano y Prilidiano Pueyrredón. Con una formación inminentemente práctica que ponía a disposición de los alumnos un taller montado y un museo de calcos y esculturas comparadas con más de quinientas piezas, la De la Cárcova fue una escuela de avanzada que permitió a artistas locales y latinoamericanos tener una espacio de perfeccionamiento y profundización en artes plásticas donde, además, tenían acompañamiento en el proceso de maduración artística de la mano de sus docentes iluminados. El mismísimo De la Cárcova diseñó el modelo pedagógico, el taller y el museo inspirado en la Escuela Superior de París, donde él había estudiado. Fue a partir de la década del cincuenta que la escuela alcanza su esplendor, dirigida por el pintor Alfredo Guido, quien la convirtió en un centro de estudios moderno y vanguardista. Hasta los años noventa, la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación fue considerada la catedral de las artes plásticas y una verdadera usina de artistas nacionales y latinos de prestigio internacional. Entre sus docentes figuran Adolfo Bellocq, Miguel Ángel Vidal, Miguel Ángel Bengochea y Alfredo Portillo, entre otros. Y, entre sus egresados, están los artistas Juan Carlos Castagnino, Ermando Bucci, Leo Vinci, Ari Brizzi, Feliciano Centurión, Alberto Bruzzone, Aurelio Macci, Ernesto Pesce y Marino Di Teana, entre otros.
La banda de la espátula y del pincel
Pero en este proyecto de refundación de la escuela, Pujía y Cárdenas no están solos. Los artistas Carlos Scanapieco, Liana Delpiero, Alfredo Percivale, Analía Romero, Nicolás Ramón Boschi, Andrés Bestard y Marta Arciprete – todos ex alumnos y docentes - son de la partida refundadora.
Reunido con Sur Capitalino en su taller de La Boca, el muralista Bestard explicó los motivos del cierre de la escuela y los objetivos de su refundación: “La Escuela De la Cárcova era para un artista plástico lo que es el Conicet para un biólogo. Es la única escuela que contaba con un taller armado y un museo de calcos y esculturas comparadas, que aún funciona, donde un artista podía ver, por ejemplo, el calco original del David de Miguel Ángel y estudiar sus proporciones reales sin la necesidad de viajar a Europa. Así funcionó desde 1923 hasta los años noventa cuando se aprobó la nueva Ley Federal de Educación y se creó el Instituto Universitario Nacional de Artes (IUNA) que, con una licenciatura universitaria, absorbió el período de perfeccionamiento que daba De la Cárcova otorgando una tecnicatura en Escultura, por ejemplo. Eso provocó que el Estado fuera vaciando de alumnos, de personal y de contenido a nuestra escuela hasta que, hace diez años, se cierran definitivamente los último cursos y talleres –resume con melancolía Bestard-. Lo más grave de todo esto es que la licenciatura en artes que brinda la UNA da una enseñanza que abarca lo conceptual y teórico y no lo práctico ya que, al no tener un taller, un museo o materias prácticas no permite la experimentación, la investigación ni la evolución del artista”.
“Por eso es importante reabrir la escuela y volver a la experimentación y al perfeccionamiento artístico. El lugar está, los docentes también estamos. Sólo es una cuestión de voluntad política para que este verdadero baluarte de la enseñanza artística y este valioso patrimonio cultural, sean recuperados”.
Para que los Pujía y los Cárdenas se multipliquen y para que el olvido no destruya un verdadero templo del saber, el grupo de docentes que trabajan por la refundación de la escuela, convocan a todos sus egresados y también a otros artistas y personalidades de la cultura para apoyar y enriquecer su proyecto. Para sumarse, se pueden contactar con el artista Andrés Bestard o con Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Carcova a través de Facebook.