La Casa de la Cultura cumple 10 años y resiste

En 2013, la comunidad de la villa 21-24 vio crecer en su propio barrio un edificio emblema de la inclusión. Con los años, la cantidad de talleres y actividades fueron disminuyendo y con ellos, el vínculo con les vecines. El macrismo la vació y antes de irse, la cedió al Ministerio de Educación porteño. Mientras busca salir adelante, hay incertidumbre por el futuro luego de diciembre.

La Casa de la Cultura cumple 10 años y resiste

La Casa Central de la Cultura Popular Villa 21-24 cumplió 10 años. Pero lejos de ser una fecha de festejos, se encuentra en una situación de desolación que comenzó durante el gobierno de Mauricio Macri. Creada como emblema de la inclusión en septiembre de 2013, fue inaugurada por la entonces presidente Cristina Fernández en el marco de las políticas de integración del Estado y allí funcionó la sede de la Secretaría de Cultura de la Nación, luego Ministerio. Mil quinientos metros cuadrados, un auditorio para 300 personas, aulas para actividades culturales y educativas y un área multimedia, la Casa nunca estaba vacía. Miles de personas de todas las edades concurrían a diario a participar de alguna de sus tantas actividades.

El actual coordinador general, Leandro Moreno, explica que el proceso complejo se vive hace años, y que se profundizó desde que conviven dos jurisdicciones, el Gobierno de la Ciudad y Nación: “Cuando Pablo Avelluto, ministro de Cultura en la presidencia de Macri, días antes que termine su mandato en el 2019, cedió por un documento el funcionamiento de la Casa para el Ministerio de Educación de la Ciudad se empezó a vivir una gran confusión, primero para los trabajadores de la Casa y luego para los vecinos del barrio”.

“Lo que hizo Avelluto fue una vergüenza, vació la Casa primero de contenido, luego en lo económico y finalmente, en lo legal. Detrás de trabajadores y vecinos, malversando fondos públicos”.

Actualmente el edificio está abierto para los vecinos solo 4 horas diarias por la tarde/noche, donde pasan casi 150 personas de diferentes edades repartidos en 14 talleres de arpa paraguaya, ritmos latinos, teatro, fotografía, cine, vitró, guitarra y percusión, entre otros. “El rango de mayor convocatoria es de 10 a 17 años, porque también es más fácil dar esos talleres que para adultos o adultos mayores donde se necesita mayor presupuesto”, cuenta a Sur Capitalino el encargado del funcionamiento de la Casa y quien actúa como un nexo entre las dos competencias, Ciudad y Nación.  Y agrega que “lo que hizo Avelluto fue una vergüenza, vaciarla primero de contenido, luego económicamente y finalmente, legalmente. Fue una canallada, detrás de los trabajadores y vecinos, malversando los fondos públicos”.

Cuando la Casa fue creada abría sus puertas desde la 8 de la mañana hasta la noche y en los talleres participaban 500 vecinos de lunes a lunes. Además, tenía una articulación con otras oficinas y ministerios de Nación como el Sedronar, Anses, Seguridad, Acumar, Educación, Interior. Todas las políticas del Estado estaban presentes para los vecinos de la villa 21-24 y Zabaleta.

“En los pasillos de la Casa se pueden encontrar obras de arte donadas por artistas como León Ferrari, Narpia Schvartz, Carlos Gorriana, Mariano Sapia; esculturas de Isabel López y Guillermo Rodríguez. Obras que podrían estar tranquilamente en Museos nacionales, hoy se las encuentran sin cuidados. En la entrada del hall principal hay un vitró de la Virgen de Caacupé con un pelotazo”, se lamenta Moreno.

Además de la pérdida de objetivos y competencias de la casa, el problema presupuestario es evidente: “Hay equipos de sonido que no se pueden reparar, islas de edición abandonadas, cámaras de filmación, juego de luces que se prendieron fuego y nadie se hizo cargo. En el auditorio donde se veían obras de la calle Corrientes, completamente gratis, se rompió todo. Recién ahora estamos recuperando esos espacios”, enumera con bronca Leandro.

-¿Cuáles son los desafíos que presentan actualmente?

-Si esto sigue con la misma situación, la Casa de la Cultura va a desaparecer, no sabemos qué pasará luego del 10 de diciembre si gana Milei o Bullrich las elecciones presidenciales. La única esperanza es que gane Massa y que tenga una decisión política de revocar el documento y darle nuevamente vida, porque sería tirar plata del Estado, que en su momento invirtió en cultura para los vecinos. También los trabajadores se ven frustrados porque no pueden hacer su trabajo para lo que el Estado los contrató, por no tener los espacios en condiciones, los elementos de trabajo. Son 70 trabajadores que le ponen el pecho y hacen malabares para poder realizar su trabajo. Ellos tienen un sentido de pertenencia importante, fuerza de trabajo y entusiasmo, tienen de sobra.

La situación es difícil, pero quienes forman parte de la Casa resisten. “Hoy hacemos mucho esfuerzo para poder entablar nuevamente una relación con los vecinos. Ahora tenemos un cañón proyector que lo cedió el INCAA para dar funciones de cine. Pudimos arreglar el escenario, que se había prendido fuego, para poder volver a realizar un ciclo de teatro para los jóvenes. A veces los vecinos nos ven, otras no, y es muy complicado. Lo mismo pasa con los trabajadores. Ahora por suerte estamos trabajando en un proyecto de vitró en el pasaje de la Sierra, donde se están colgando los vitró en las ventanas de los vecinos. También tenemos un programa llamado identidad villera. Es una creatividad constante entre trabajadores y comunidad”.