“Las murgas son un fenómeno contracultural”

Un libro de 678 páginas a todo color gestado en el corazón de La Boca y publicado de manera independiente por una editorial de Barracas recorre, año por año, los apasionantes caminos del carnaval porteño del siglo veinte. Entrevistamos a Facundo Carman, su autor.

“Las murgas son un fenómeno contracultural”

"Mucha gente me dijo: ´Facu, el desafío es escribir la historia del carnaval, la historia de las murgas´". Facundo Carman, politólogo, coleccionista de revistas y co-director –junto a Pablo Pata Smerdel– de Los Amantes de La Boca, una de las murgas más emblemáticas de la ciudad, se tomó el pedido en serio. Dedicó más de diez años a leer en detalle cerca de mil publicaciones de distintas épocas para tomar nota de todo lo que se difundió sobre los corsos y los bailes de carnaval de la ciudad. Tenía a favor su amplia colección personal de revistas, y el antecedente de haber escrito dos libros basados en materiales de archivo: El poder de la palabra escrita. Revistas y periódicos argentinos (1955-1976) y Afiches y carteles peronistas (1955-2015).  Al principio pensó que, con eso, tendría un buen punto de partida, pero cuando visitó las hemerotecas del Congreso de la Nación y de la Biblioteca Nacional se dio cuenta de que había muchísimo material, en gran medida olvidado. Sur Capitalino dialogó con Facundo, quien nos recibió en su casa boquense y nos contó sobre la publicación de El carnaval porteño durante el siglo XX a través de los diarios y revistas.

-¿Cuál considerás que es el principal aporte del libro?

-Al principio el desafío era socializar lo que tengo de material, más lo que hay en los organismos públicos. Prácticamente no hay libros sobre el carnaval porteño a lo largo del siglo XX. El primer trabajo publicado es del historiador de Barracas, Enrique Puccia, en 1974, y es un libro en contra de las murgas. Recién en los ´90 aparecen dos o tres libros, que son más de testimonios. Después hay trabajos sobre el siglo XIX, la relación de los negros, el candombe, el carnaval. Pero sobre el siglo XX casi no hay. Es muy extraño porque en febrero, a veces hasta marzo, se paralizaba Buenos Aires. Los diarios solo hablaban del carnaval, eran páginas y páginas. Uno de los pocos días que los diarios no laburaban era el miércoles de carnaval. Incluso para el tango el carnaval fue fundamental, porque su baile se hace famoso en los carnavales a principios de siglo. No hubiera existido la explosión del tango en París, por ejemplo, si no hubiera pasado primero por el carnaval, donde todos los directores de orquesta querían estrenar.

-El registro que propone el libro permite trazar una línea de tiempo de la historia del país. El carnaval encuentra un correlato con la situación política durante la llegada del peronismo al poder, que lo potencia, y durante la dictadura de 1976, que lo opaca. ¿Qué otros momentos rescatás?

-Si uno se detiene en el capítulo de la década del 20, ese momento fue excepcional. Los radicales querían demostrar que bajo su gobierno el pueblo estaba feliz y lo hicieron a través del carnaval, tanto Yrigoyen y Alvear como los intendentes radicales. Toda la ornamentación de la Avenida de Mayo la armaban los mejores artistas plásticos. El peronismo primero miró con un poco de desconfianza, pero a partir de 1947 el carnaval explota. También buscaba demostrar que el pueblo estaba feliz y que no le tenía miedo a los festejos callejeros. En 1955 hubo más de 40 corsos, una locura, el carnaval de ese año creo que no fue superado hasta el día de hoy.

-¿Y los anarquistas, a principios de siglo?

-En 1906 hay una huelga portuaria muy fuerte, anarquista, y suspenden los carnavales para evitar la solidaridad de los vecinos. Eso está en el libro. La Semana Trágica de 1909 fue en enero y el carnaval creo que cayó a fines de febrero. Lo busqué especialmente, un diario menciona que los festejos fueron bastante tristes, que los sectores populares no tenían mucho para festejar. No encontré referencias en periódicos anarquistas porque los anarquistas, los comunistas y los socialistas festejaban el carnaval, pero en los periódicos no lo tenían en cuenta, había cierto desprecio, como con el fútbol o la religión…

-A lo largo de todo el siglo se ve una constante: el peso determinante que tenían los carnavales en la zona sur de la ciudad, en particular en La Boca y Barracas…

-Sí, las agrupaciones de carnaval de La Boca y Barracas fueron muy especiales, un poco por influencia de la inmigración, porque además había agrupaciones humorísticas, no solo murgas… Entre La Boca y Barracas solía haber 20 corsos. En un momento La Boca llegó a tener en el mismo año 15 corsos distintos, una locura. Eso fue así hasta por lo menos 1972, después habrá que esperar hasta el 83, justo antes de la democracia, que se juntan todas las agrupaciones de La Boca en una sola, Unión Boquense, y ahí arman el último gran corso en febrero de 1983.

-¿Y a partir de 1990 qué pasa? En el libro decís que hay una revitalización.

-En los 90 se da un fenómeno increíble: al haber un descreimiento del partidismo político, mucha gente se dedicó a lo cultural, a lo contracultural. La incorporación de la clase media a las murgas fue impresionante, había talleres por todos lados. Una época de crisis siempre produce ese boom y las murgas, al ser una referencia de la cultura barrial, se llenan. Yo creo que ahora, con este tipo de crisis muy de los 90 también, la murga va a explotar en todos los barrios. En el último carnaval nos voltearon un montón de cosas, eso sí, pero la participación yo la veo cada vez mayor. En los 90 yo era militante: éramos muy pocos pero en la murga éramos muchísimos, había muchas ganas de participar y las murgas eran un fenómeno de resistencia. La murga es muy amplia… Muchos directores de murga eran o son peronistas, pero nosotros acá en el barrio somos 500 y yo no pregunto qué es cada uno… Hay, eso sí, ciertos valores, como el respeto al otro. Y los espacios de libertad: las travestis, por ejemplo, ya en los 60, 70, en años de dictadura, encontraron su lugar sin que hiciera falta decirlo, sin declamarlo, pero como un espacio genuino de libertad.

-¿Hay algo más que hayas descubierto sobre el barrio?

-Encontré, por ejemplo, cosas que nunca había leído en libros sobre La Boca. En el carnaval de 1933, Quinquela Martín y Juan de Dios Filiberto fueron jurados del corso, estaban en el palco, en Brandsen y Almirante Brown. O que Los Linyeras de La Boca, el año en que nacieron, fueron al edificio del diario La Prensa, que había sido expropiado por el gobierno de Perón y era en ese entonces el edificio de la CGT. Hicieron una actuación allí y cantaron una canción en homenaje a José Espejo, el secretario general de la CGT.

 

Cómo conseguirlo

El libro editado por Papel Picado Ediciones ya va por su segunda reimpresión y se puede conseguir al costo de imprenta, solicitándolo al autor: facucarman@gmail.com