El artista plástico y serigrafista, heredero de la Escuela Boquense, logró transformar con un lenguaje actual los tradicionales paisajes portuarios en arte abstracto, en pequeñas tintas sobre papel, que a pesar de la abstracción evidente hacen referencia en forma inequívoca al paisaje de la zona portuaria e industrial del Sur de Buenos Aires. 

“Desde mis comienzos sentí atracción por el escenario portuario de La Boca, Dock Sud y Avellaneda, barrios hermanados por las riberas del Riachuelo y que son testimonio de una épica del trabajo y la industria. Esta inclinación derivó en pinturas de corte expresionista.”, cuenta el pintor y Serigrafista, Guillermo Mac Loughlin.

“Tras un largo proceso de decantación me concentré en determinadas formas y texturas. Ya no me interesaron el cielo, los reflejos en el agua sino las construcciones del hombre. Una epopeya en la que se crean y perfeccionan a lo largo de los siglos determinadas formas: los barcos, los puentes, las grúas y demás estructuras, que también son una creación estética. Esas formas, llevadas a su esencia, constituyen un universo simbólico que late en el inconsciente colectivo de la humanidad. Es allí donde intento sumergirme para llegar a las imágenes sintéticas que aparecen en mi obra. El resultado es una abstracción en la cual se advierte su origen”, explica el artista.

Desde 1978, cuando fundó su taller, llevó a cabo trabajos encargados por editores y artistas. Realizó serigrafías numeradas y firmadas por Soldi, Presas, Torrallardona, Forte, Polesello y Berni, entre otros. Actualmente, desarrolla su actividad como editor con el sello Ediciones Ribera Sur, especializado en difundir su propia obra y la de artistas argentinos contemporáneos.