Las calles son nuestras
Es febrero, mes del carnaval, y una vez más, en la Ciudad de Buenos Aires se achicaron la cantidad de corsos y los días de actividad. De las veinte sedes, sólo una está en la Comuna 4, en Pompeya. Para este finde y sus feriados, se suma La Boca al circuito murguero que, a pesar de los recortes, resiste con alegría.
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urante el año que pasó, muchos debates y hasta derechos que parecían superados y adquiridos fueron puestos en duda y, en algunos casos, eliminados por la ola reaccionaria que llegó al poder. Las murgas callejeras podrían haber integrado ese grupo, pero la fuerte resistencia de sus integrantes permitió que este febrero encuentre nuevamente al Carnaval en las calles y avenidas porteñas.
Así, cuando en el discurso y en los hechos se combate a lo colectivo, lo cooperativo, lo inclusivo y el uso comunitario del espacio público, las formaciones murgueras se lucen en su mes preferido como un foco de resistencia. Cargado a su vez de alegría, que no es poca cosa en estos tiempos.
La previa
El año del ajuste se sintió en las murgas, a lo que se sumó una campaña negativa que tuvo hasta a la propia ministra de Cultura porteña, Gabriela Ricardes, hablando de cómo el Carnaval “molesta al vecino de Buenos Aires”. “Fue un tiempo difícil, con idas y vueltas, y desinformación. También hubo mala intención, porque usaron nuestra ansiedad para poder sembrar más dudas. Y los directores no podíamos romper la ilusión colectiva pero tampoco teníamos la certeza de si íbamos a poder salir”, comenta el Negro de “Los Pibes de Don Bosco” de La Boca, que este año salió a las calles con 150 personas.
“Sabíamos que la cultura popular iba a ser un tiro al blanco por el recorte presupuestario, algo que viene achicando cada gobierno. La incertidumbre provocó, a su vez, tensiones y discusiones internas en muchas de las murgas, como la nuestra, que finalmente pudimos superar”, aporta Karen Valenzuela, integrante de “Bombo, Platillo, Elegancia”, también boquense, de unos 55 integrantes este 2025.
“El barrio de La Boca tiene una rica tradición cultural y artística, con Quinquela, Lacámera y Filiberto, la conexión con el tango y la música popular. Las murgas estamos insertas dentro de esa construcción histórica".
El calendario del circuito oficial recién se confirmó el 24 de enero, a una semana de la fecha de inicio. Trajo recortes en los corsos (hay veinte sedes en toda la Ciudad) y los días de actividad (solo dos funcionan las diez noches tradicionales). En los barrios del sur, todo quedó restringido a Pompeya (en Avenida La Plata y Cruz, a principios de febrero) y al anfiteatro del Parque Lezama (todos los fines de semana). Al cierre de esta edición, se confirmó la realización del corso de La Boca, del sábado 1 al martes 4 de marzo, en Palos y Espinosa.
La motosierra
Además de pelear por la realización de los corsos, las y los murgueros tuvieron que rebuscárselas para afrontar la logística de cada noche de salida, que puede incluir cuatro presentaciones en distintos barrios. El Gobierno de la Ciudad otorga un dinero a las murgas por resolución oficial, pero éste está lejos de cubrir los gastos. “No se llega a cubrir ni la comida para los chicos, y hay que pagar transporte, telas, banderas, bombos”, explica Daniel Amado, de “Bombo…”, que ejemplifica: “El pago es de 650 mil pesos y un micro sale 200 mil por noche”.
Facundo Carman, de la multitudinaria murga “Los Amantes de La Boca”, explica que, además, “las actuaciones se cobran tarde, porque vos salís en febrero y el dinero está en septiembre u octubre”.
Un trabajo colectivo
Las murgas reivindican elementos que tienen desde su misma génesis y que se posicionan frente a los dogmas que bajan desde los lugares de poder, marcados por el individualismo y el vacío (a la fuerza, como se vio en La Boca) del espacio público. “La murga es lucha, es combate, pero también es arte, es pasión y es explosión”, plantea el Negro. Por eso considera “muy triste que se lo tome solamente como hacer ruido u ocupar calles”. “Los murgueros no buscamos nada a cambio, solo ver a nuestros pibes compartiendo con la gente su alegría. Hay muchas personas que han dejado la calle por estar en las murgas”, agrega.
“Las murgas somos porque existe una otredad, porque sin público al que alegrar, sin que alguien toque el bombo para quienes bailan y cantan, esto perdería una parte hermosa y fundamental de nuestra expresión. Es un trabajo colectivo constante de quince años en nuestro caso, y atrás de esto hay un conjunto de personas, amigos, vecinos, que habitamos el barrio y compartimos y construimos una identidad territorial”, sostiene desde “Bombo, Platillo y Elegancia”, otro integrante, Luciano Martinotti.
Durante enero, para transitar la previa a febrero, la página de Instagram “Carnaval en los Barrios”, que recopila la actividad de las murgas porteñas, lanzó un “Mundial de barrios murgueros”, en el que fueron compitiendo hasta llegar a la final. La Boca fue el ganador, superando a Boedo en semis y Villa Urquiza en la final.
“Hicimos una linda campaña, a la que se sumaron vecinos y la verdad que es un llamado para las murgas del barrio, que somos unas ocho, para ver lo que podemos lograr si nos unimos así”, enfatiza el Negro de “Los Pibes de Don Bosco”. “El barrio tiene una rica tradición cultural y artística, con Quinquela Martín, Fortunato Lacámera, Edmundo Rivero, Juan de Dios Filiberto, la conexión con el tango y la música popular como el candombe o la cumbia, que está en su ADN y lo convierten en un lugar único. Y las murgas están insertas dentro de esa construcción histórica boquense. Que proviene de lo que eran las agrupaciones humorísticas donde, según cuentan los más grandes, todos los vecinos y trabajadores del barrio salían, en una puesta en escena increíble”, suma Daniel de “Bombo…”.
Para Facundo de “Los Amantes”, “no hay dudas que La Boca está dentro de los principales barrios murgueros, y se ve cuando uno camina en febrero por las tardes y está todo el mundo preparando sus levitas y sus galeras, y sale para celebrar su fiesta”.
Como cierre, el director de esta formación boquense, plantea un sentimiento que bien une a cualquiera que haya integrado una murga en estos pagos. “La alegría que transmite el Carnaval está siempre por encima de todos los problemas, y salir de caravana, de barrio en barrio a compartir nuestro arte puede más que ellos”.
Así lo seguirán haciendo los murgueros, juntos, alegres y en la calle. A contramano de los vientos de época, pero con la fuerza e identidad a cuesta para resistirlos.