De ideas, luchas y recuerdos

Mientras avanzan discursos negacionistas de la dictadura, ex alumnos de la Técnica 14 de Barracas colocaron una baldosa en homenaje a su compañero y amigo Roberto Andrés Duró. Hace 47 años, con apenas 18, el militante de la Juventud Guevarista fue secuestrado y permanece desaparecido.

De ideas, luchas y recuerdos

El 1 de agosto de 1977 José Luis Márquez, Francisco Fiorentino, Miguel Cano y sus compañeros de división de la ENET N°14 de Barracas se subían a un micro con destino a Bariloche. Iniciaban el viaje de egresados y, a medida que se ponía en marcha, se despedían de la vida adolescente. Poco a poco ingresarían a un mundo mucho más complejo y quizás más incierto: el de los adultos, el que se preocupa por pagar las cuentas, sostener un trabajo y conseguir una pareja para quizás tener pibes. Ese mismo día -no se sabe bien dónde ni a qué hora-, su compañero Andrés Roberto Duró era secuestrado por la dictadura militar. Tenía 18 años.

El viaje a la adultez de Andrés Duró empezó mucho antes: sus preocupaciones eran distintas, lo que hacía con su tiempo libre era distinto. Así lo recuerda su compañero Francisco Fiorentino: “Cuando nosotros todavía no habíamos madurado, porque éramos chicos, adolescentes, él ya estaba un escalón más arriba. No solo intelectualmente, sino en su manera de proceder en la vida. Él ya estaba en otra”. A su corta edad, ya había encontrado un sentido existencial, el de cambiar el mundo, sobre el cual ordenaba el resto de su vida. “Fue un gran hombre, un gran chico, con convicciones muy profundas sobre la política, la igualdad social y la defensa de los derechos. En eso era un avanzado”. Quien lo recuerda es José Luis Márquez, compañero de Duró desde el ‘71 hasta su desaparición. Ambos fueron delegados de la Junta Coordinadora y se enfrentaron a la “Ley Fantasma”.

“Fue un gran hombre, un gran chico, con convicciones muy profundas sobre la política, la igualdad social y la defensa de los derechos”.

Como buen discípulo del Che Guevara, seguramente creía que los verdaderos revolucionarios estaban guiados por grandes sentimientos de amor, y ése debe haber sido el motor principal de sus acciones y decisiones. El Che le había dado un lugar especial a la juventud, a la que llamó “la arcilla fundamental de nuestra obra” (la construcción de un Hombre Nuevo). Andrés respondió a ese llamado. Militaba en la Juventud Guevarista. “Él venía de golpe con una boina, venía con ropa así, verde, como de guerrilla”, cuenta Fiorentino. Pero no solo en la estética, también en una de las principales premisas guevaristas, aquella que ubica al estudio entre sus máximas tareas: “como alumno era extraordinario”, recuerdan sus compañeros.

Orgulloso hijo de padre obrero de la fábrica Zenith, Andrés se opuso junto con sus compañeros y otros miles de estudiantes a la sanción de la “Ley Fantasma” -llamada así por el movimiento estudiantil frente al desconocimiento de su texto como pre proyecto de ley-, que recortaba las competencias profesionales de las escuelas técnicas. Lucas Yáñez, de la Junta Histórica de Barracas, explica la correspondencia entre la formación secundaria y el tipo de trabajador que se necesitó en cada momento histórico: “Si uno sobrevuela o mira las instituciones educativas de Barracas, observa que la mayoría son escuelas técnicas, a diferencia de lo que pasa en La Boca donde lo que se demandan son más escuelas secundarias. Lo que da cuenta de que en algún momento el barrio, el territorio, demandaba la formación técnica y profesional de un determinado sujeto preparado para el trabajo. Frente a la Ley Fantasma, en esta escuela hubo luchas, estudiantes que se pusieron al frente, que tomaron la escuela”. 

A 47 años de su desaparición forzada, los muchachos de la Escuela Técnica N°14 se juntan sobre la calle Santa Magdalena 431 y colocan una placa que recuerda a su compañero y amigo, Roberto Andrés Duró. Solo con el tiempo pudieron hilar y confirmar la sospecha con la que convivieron mucho tiempo: que ese pibe que usaba boina, que admiraba al Che Guevara y que reivindicaba en palabras y en actos un mundo más justo e igualitario, engrosa la cifra que hoy un sector de la sociedad intenta poner en disputa.

Fue gracias a la curiosidad inquieta de profesores como Juan Pablo Díaz, preceptor de la escuela entre el 2008 y el 2011, que dieron con los archivos necesarios para corroborar lo que los compañeros de Duró ya sospechaban: “Con otros compañeros empezamos a pensar y a preguntarnos si no había un estudiante desaparecido. Y dimos en primer término con un homenaje que está en la página de desaparecidos de nacionalidad francesa. A partir de mi tarea en la oficina entramos en los archivos y comprobamos que Roberto Andrés Duró estuvo inscrito en el colegio”. “En el grupo impacta mal, nos quedamos mal”, cuenta Fiorentino. Sospechábamos que podía estar desaparecido, pero no habíamos podido confirmarlo. Somos un grupo muy unido y estuvimos contactando y buscando a todos para integrarlos, porque nos reunimos siempre en la casa de José Luis, pero a él no había manera de encontrarlo. Hace poco estuve en el Parque de la Memoria, saqué unas fotos porque él está ahí en la placa”.

El último año, Andrés se mudó a una escuela nocturna en Bernal, posiblemente para profundizar su militancia, y sus compañeros le perdieron el rastro. “Jesús” o “Pedro” como lo conocían en su militancia era catequista en Villa Itatí. Se estima que fue secuestrado en un operativo a cargo del Primer Cuerpo del Ejército en La Plata. Según testimonios de sobrevivientes, estuvo detenido ilegalmente en el centro clandestino conocido como “La Cacha”.

Un recuerdo final sintetiza su vida: “Ya en el 76 nos sacan de delegados, porque bueno, ya venía la orden de arriba”, recuerda José Luis. Estábamos en la cantina del segundo piso y le pido una birome. Me dice, sacala, sacala de la valija. Abro la valija y encuentro un póster del Che Guevara. Le digo, Andrés, dejate de joder…  “Son las ideas -me dice- y hay que mantenerlas”.