La Boca convoca
Tal como pasó en 2012 cuando miles de vecinos y vecinas marcharon, escobas en mano, por las calles del barrio, el 8 de noviembre La Boca volverá a manifestarse. Esta vez, no sólo será para visibilizar la emergencia habitacional, desalojos e incendios. Saldrán en defensa de su historia y su identidad que vienen siendo arrasadas por distintos proyectos privados y estatales. También pedirán que el desarrollo del barrio incluya a todos los que viven en él. Por trabajo, educación, salud y cultura.
A veces, en la sociedad ocurre algún hecho que desencadena una reacción. El cierre de una fábrica, despidos en una empresa, recortes en las jubilaciones, en el presupuesto de un hospital o en las universidades. Otras, la decisión de salir a la calle a reclamar es el resultado de una acumulación de malas. En La Boca parece estar pasando esto último. La emergencia habitacional lleva largos años, pero en las últimas semanas ocurrieron dos desalojos, con violentos despliegues policiales, y dos incendios. También hubo varios operativos de Espacio Público levantando venderos ambulantes y personas en situación de calle. Además de la relocalización de la feria de artesanos de Vuelta de Rocha a una plaza utilizada a diario por la comunidad, que dejó sin sustento a más de cien de familias. En simultáneo, los centros de salud tienen cada vez menos insumos y menos profesionales; y los comedores cada vez menos alimento para más personas que asisten a comer.
Mientras tanto, el Gobierno porteño tiene un plan de desarrollo para el barrio, pero sólo beneficia a algunos. Un río por donde paseen los turistas en catamarán, más edificios con pileta y restoranes caros. Un La Boca con identidad for export, cerca de Puerto Madero, lejos de su historia y con gran parte de sus vecinos y vecinas afuera.
Por todo esto es que las organizaciones del barrio, sus trabajadores, sus murgas y su candombe, sus artistas decidieron salir a visibilizar la situación que viven a diario. Buscan hacerse escuchar, piden ser parte de ese megaplan que la Ciudad puso en marcha sin ellos.
El Gobierno tiene un plan: un La Boca con identidad for export, cerca de Puerto Madero, lejos de su historia y con gran parte de sus vecinos y vecinas afuera.
La Boca se mueve
En la Plaza Matheu un centenar de personas se reúnen en ronda. Comparten experiencias, ideas y pesares. Norma cuenta que hace unos días el conventillo donde vive se prendió fuego, que un vecino se murió porque no logró salir de una habitación sin ventana, que una señora sigue internada en terapia intensiva. Que su vivienda está en el primer piso pero que no puede subir porque la escalera quedó inhabilitada tras el incendio. Que siete familias quedaron sin nada. “Es la primera vez que participo de estas reuniones. Estamos todos muy tristes pero nos sentimos acompañados porque nos ayudaron muchísimo con comida, ropa y otras donaciones”. El incendio fue el 16 de octubre en Suárez 959. En marzo tenía que comenzar a implementarse un programa de prevención de incendios pero no empezó. Es parte de las medidas que debe ejecutar el Gobierno porteño para dar cumplimiento a la ley 2240 que decretó la emergencia urbanística en el barrio. El protocolo de acompañamiento a víctimas de incendios es otra. En eso se avanzó un poco más. Dos semanas antes otro incendio dejó sin dormir a una parte del barrio. Durante gran parte de la madrugada los bomberos no lograron apagar las llamas que crecían en el segundo piso del conventillo de Magallanes 929, a metros de Caminito. Allí no hubo víctimas fatales. Todos lograron salir a tiempo. Pero varias familias perdieron su techo y sus pertenencias.
Más allá toma la palabra Tamara. Ella vive en Necochea al 1200 y está a punto de ser desalojada junto con otras diecinueve familias (ver nota en página 3). Ahora el micrófono lo agarra Ramón, delegado del asentamiento Lamadrid, donde 400 familias -dice- hoy sienten miedo. Tienen los terrenos para la relocalización que ordenó la justicia en la Causa Riachuelo pero no se construyeron las viviendas. Están sobre Pedro de Mendoza, el camino deseado para conectar La Boca con Puerto Madero. Chelo no habla, sólo escucha. Ya contó en reuniones anteriores que se quedó sin vivienda al igual que otras treinta familias. Que luego del desalojo administrativo de Necochea y Pedro de Mendoza tiene a toda su familia desparramada en distintas casas amigas. Vivía a metros del puente transbordador en un inmueble que el gobierno de la ciudad, en un operativo con muchas irregularidades, decidió recuperar sin ningún tipo de solución para quienes allí vivían.
Marcos sí tiene donde vivir, pero cuenta que le cuesta mucho pagar el alquiler, que le suben todo el tiempo el monto de forma arbitraria, que no hay presión de agua y que se corta la luz todo el tiempo. Gaspa, histórico artista del barrio, habla de los otros cambios, los culturales, esos que “nos afectan el bocho”, de los murales de chinos y cowboys a caballo que nada tienen que ver con nuestra identidad ni con nuestra historia.
“Estamos sufriendo un atropello constante de nuestros derechos. Lo que queremos es que nos escuchen a quienes vivimos, trabajamos y militamos por y para el barrio, que queremos el desarrollo, pero con todos y todas adentro”, dice Tomás. Todos y todas asienten. Coinciden en que hay que salir a la calle, hablar con otras vecinas y vecinos, convocarlos a defender el barrio. Y así irán hacia la caminata del viernes 8 de noviembre a las 18, que irá desde Vuelta de Rocha hasta la entrada, allí donde Quinquela, Maradona y Filiberto dan la bienvenida a la República de La Boca.