Del tango arrabalero a la economía popular

El bar de una tradicional esquina de Barracas pasó de ser emblema del tango a sede de MeCoPo, una de las principales comercializadoras de productos elaborados por pequeños productores y cooperativas. El desafío: reabrir sus puertas al barrio.

Del tango arrabalero a la economía popular

Escena 1

Noche de invierno, 1987. El Polaco Goyeneche elije la mesa pegada a la ventana y pide su Hesperidina de costumbre. Se suman a la espera y a la conversa su amigo, el bandoneonista Néstor Marconi, la actriz Susú Pecoraro y el francés Philippe Léotard, también actor. Mientras tanto, Pino Solanas ajusta los detalles de la filmación de la película Sur, que tiene como escenario privilegiado esa esquina de Barracas traída de otros tiempos, en el pasaje Daquier, frente a la estación. El Polaco cantará ante las cámaras los tangos Sur y Naranjo en Flor, improvisará unas líneas de diálogo con los personajes centrales del film. El resultado será un puñado de escenas entrañables que se convertirán en la mejor carta de presentación de la película, que logrará un fuerte impacto nacional e internacional.

Escena 2

Mañana de primavera, 2020. Persiste la pandemia en una Buenos Aires aturdida por la crisis. Las restricciones a la movilidad imponen que el tren ya no pare en esa estación. Las vías, el paredón y después, el farolito y la calle adoquinada: el paisaje tanguero sigue ahí, aunque casi nadie lo disfrute. La quietud solo se quiebra cuando llega la camioneta del reparto, se abre la puerta de lo que fuera aquel mítico bar y descubrimos qué funciona ahora allí: la sede central de la red MeCoPo, los Mercados de Consumo Popular. El interior mantiene signos vitales de la historia que lo supo habitar: la barra, las decoraciones y hasta las luminarias del pequeño escenario donde solía tocar la orquesta. Sin embargo, las pocas mesas que quedan ya no esperan parroquianos y el salón alberga ahora estanterías colmadas de paquetes de alimentos de marcas que no salen en televisión. Son los productos envasados de casi un centenar de pequeños productores y cooperativas que integran el creciente universo de la Economía Popular.

Buenos Aires, Sur

Cuenta la leyenda que, a finales del siglo XIX, nació allí el almacén de ramos generales para atender a quienes pasaban por la estación Hipólito Yrigoyen del tren Roca. En la esquina de lo que hoy es el pasaje Daquier y la calle Villarino se estacionaban las carretas y por las noches se daban cita los malevos. La película de Solanas sacó provecho de un paisaje que bien supo coquetear con el séptimo arte: el Mono Gatica transitó esos adoquines en la recreación fílmica que dirigió Leonardo Fabio en los 90, y un joven Luis Sandrini grabó escenas allí para la simpática película Riachuelo, de 1934. En el film de Solanas el bar se llamaba simplemente Sur, y desde entonces recibió distintos nombres, siempre con el mismo espíritu: se lo conoció como El café de El Polaco, después fue Buenos Aires Sur, El Barracas y, hasta 2018, Acacia Negra, último cartel que aún perdura. Goyeneche volvió a cantar allí después de la película, rodeado de otras leyendas del tango como Rubén Juárez, Eladia Blázquez y quien por entonces era apenas una promesa, Adriana Varela.

MeCoPo

La sigla significa Mercados de Consumo Popular, y nombra a una de las redes más amplia y creativa de distribución de productos generados por pequeños productores, cooperativas y emprendimientos autogestivos.

“Nos mudamos acá en noviembre del año pasado, pero MeCoPo arrancó hace 6 años en La Boca, en un comedor de la calle Olavarría. Empezamos con la idea de vender los productos orgánicos a precios accesibles para la gente”, nos cuenta Diana, una de las coordinadoras.

MeCoPo promueve la apertura de almacenes barriales y círculos vecinales de consumo. Para abastecerlos están usando una camioneta de repartos que les presta una de las organizaciones del barrio, el Frente Popular Darío Santillán.

El entramado que sostiene esta propuesta de comercialización alternativa puede identificarse con movimientos sociales de peso como la UTEP, Unión de Trabajadores de la Economía Popular, o la UTT, Unión de Trabajadores de la Tierra; MeCoPo trabaja con productores de ambas organizaciones. Eso le permite, a la vez, superar las fronteras: ofrecen dos tipos de cafés que traen de otros países, uno producido por el Movimiento Sin Tierra de Brasil, y otra variable arábiga colombiana: “Traen los granos de la región del Eje Cafetero, en Colombia, y empaquetan acá; se nota la diferencia, para mí es el mejor café”, cuenta Paola, otra de las coordinadoras del proyecto. Raúl, El Salva, cree que de su Salvador natal también se pueden sumar productos a la red internacional de la economía popular: “hay buen ron allá”, propone, entre la broma y la añoranza.

Lo que vendrá

Sobre el final de la visita, las cocineras nos ofrecen un delicioso pan casero. “Los vecinos siempre nos preguntan, y sí, pensamos reabrir el lugar, tenemos una buena posibilidad gastronómica para ofrecer al barrio”, cuenta Diana, y explica que, si todavía no lo hicieron, es por las complicaciones de la pandemia.  

El sentido del lugar cambió, son otras las personas y otros los proyectos que ahora le dan vida. Pero, en esa esquina de Barracas, la magia sigue intacta. Tal vez la próxima película que allí se filme elija como protagonistas a las trabajadoras de la Economía Popular.

 

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