Caminito a la baja

Comerciantes, artistas plásticos y artesanos sufren una temporada difícil. El cambio desfavorable provocó una baja en la cantidad de turistas extranjeros y los que vienen, son más cautelosos a la hora de gastar. Mientras tanto, el Gobierno porteño sigue promoviendo al sector gastronómico por sobre el artístico y cultural, lo que genera una profunda pérdida de la histórica identidad boquense.

Caminito a la baja

Históricamente, entre la primavera y el verano de cada año, la zona de Caminito se convertía en un incesante desfile de turistas, con pocos momentos de silencio o calma. Sin embargo, la historia está siendo muy distinta en este 2025, ante la caída de visitantes extranjeros al país, producto de la variación en el tipo de cambio. En los últimos meses, Argentina se encareció en dólares para quienes llegan de afuera. Las últimas estadísticas del INDEC son de noviembre, pero la tendencia no mejoró (incluso, muchos dicen que empeoró): durante ese mes llegaron al país 855 mil turistas, un 29,2 por ciento menos que en noviembre del año anterior.

Es mitad de enero y, aunque aún falta un mes y medio para que culmine el verano, los comerciantes, puesteros y artesanos de La Boca coinciden en un diagnóstico sin vueltas sobre la realidad actual: “La temporada nunca empezó”.

Este marco deja un complejo escenario para la economía de quienes encontraban en las ventas a turistas sus ingresos totales o gran parte de su sustento. Sin subsidios, apoyo oficial ni alternativa laboral, no bajan los brazos y buscan que los visitantes que vienen a conocer “el museo a cielo abierto”, que impulsó Quinquela 65 años atrás, se acerquen a sus puestos o tiendas. No importa el país de origen, todos tienen un comportamiento común: mucha especulación, pocas compras y consumo de productos menos costosos.

“Pasamos días sin vender”

Gastón atiende varios puestos en la Feria de Artes Plásticas de Caminito, uno de los grandes atractivos que hacen única a esta zona porteña. Allí ofrece los trabajos de una artista que hace grabados, otro que realiza fotografías y un tercero que pinta al óleo. 

Con largos años de experiencia vendiendo entre los conventillos de colores y los emblemáticos adoquines, lanza una comparación que dice mucho: “Esto de tener la calle con nula o muy poca circulación, no solía pasar en plena temporada. Ya el 2024 había sido duro en términos de ventas y esperábamos repuntar, pero por ahora se movió poco y nada. Antes de la pandemia, nos pasaba que los artistas estaban desbordados de tener que reponer tan seguido las obras, por lo rápido que se iban. Ahora hay días que pasamos sin vender nada”.

Además de la baja en ventas, a los que tienen locales los impactó la desregulación de los alquileres y la suba desenfrenada de tarifas.

Como vendedor de un rubro concreto, Gastón aclara que, a su juicio, esta realidad no se da solo por el encarecimiento de los productos en dólares (“Seguimos siendo competitivos a nivel internacional”, sentencia). Para él, la clave está en que el Gobierno de la Ciudad “no hace campaña acerca de por qué es importante Caminito”. 

“No se habla de La Boca como cuna de artistas plásticos, no se hace foco en Quinquela Martín, en la particularidad que implica contar con un museo al aire libre que funciona todos los días con piezas artísticas de esta calidad. La gente, sobre todo los de cruceros, viene a comer o motivados por el fútbol, y el paseo les parece pintoresco. Pero ya cuando uno les aclara que el barrio no es así, se quedan como sorprendidos. Así que cada vez se entiende menos para qué estamos. Imaginemos que las decisiones las toma el área de Espacio Público, que nada tiene que ver con lo cultural o artístico…”, refuta.

Al momento de poner en números la floja temporada que vienen atravesando, Gastón plantea: “La caída en las ventas es de un 30%, incluso comparado con el año pasado, que había estado a su vez muy por debajo del 2023, donde tuvimos el auge post pandemia”. La preocupación, expresada en muchos vendedores en la recorrida de Sur Capitalino, está en que históricamente, una buena temporada permitía “pilotear” el resto de los meses del año, cuando cae fuertemente la cifra de turistas. Con los números de este verano, ven por delante un invierno duro y complejo. 

El domingo 12 de enero, sólo por poner un ejemplo, el puesto de fotografías no vendió ni una. Y el sábado, apenas cuatro. Ese mismo finde, las parejas vestidas de tangueras que ofrecen sacarse fotos con los turistas se fueron varias horas antes de lo habitual y sin un peso en el bolsillo. Además, muchos artistas de la Feria de Artes Plásticas que hace tan sólo unos años trabajan de lunes a lunes, hoy colocan su puesto cuatro o, a lo sumo, cinco días de la semana. 

Alquileres y tarifas

Claudia es otra histórica comerciante de la zona. Tiene locales en La Boca desde 1997 de manera ininterrumpida. Actualmente está en Magallanes 872, dentro de la galería “Conventillo de los Sueños”. En su tienda vende suvenires, recuerdos que van desde imanes y cuadros hasta remeras o estatuillas, todas con temática boquense. 

Apenas minutos después de la apertura, que realiza cada día pasadas las 11 de la mañana, afirma: “Las ventas están bajas. Los turistas preguntan mucho, recorren varios lugares y recién si algo los convenció, tal vez tenés la suerte que vuelvan. Pero hay mucha cautela”.

Ella atiende el local sin empleados y tiene trato directo con cada uno de los clientes, por lo que conoce hasta las costumbres de cada nacionalidad a la hora de elegir. “Los brasileros y chilenos eran el mejor turismo, porque habitualmente se llevaban productos chiquitos en gran cantidad. Ahora están fijándose permanentemente qué van a gastar y haciendo el cálculo en su moneda”, dice.

Por el contrario, hay otra forma de actuar en estadounidenses y europeos: “Son de un poder adquisitivo tal vez más alto los que vienen, y apuntan a cosas específicas y de mucha calidad, como una alfombra de cuero, una cartera, algunas joyas”.

En medio de este contexto, padeció, como cualquier comerciante con local, el impacto de la desregulación de los alquileres y la suba desenfrenada de tarifas. “El alquiler subió el doble y un poquito más. Y las facturas se fueron al triple, a pesar de que no estoy tantas horas acá. Yo me pregunté: ´¿Qué hago con los precios?´, porque también los artesanos sufrían la suba de materias primas como el barro o la resina y eso se veía en los valores que me pasaban”, explica Claudia. Una de las alternativas para no trastocar tanto los precios fue entonces negociar una lista muy grande de pedidos, a un costo congelado, aprovechando que son productos que puede guardar.

La gastronomía tampoco está exenta de las bajas ventas. Carla, que tiene junto a su madre el bar de autor “Menjunjes” en Magallanes al 900, compara la realidad de hoy con la de los buenos tiempos. “Hoy un buen día es tener ocupadas doce mesas, cuando sabíamos estar llenos casi permanentemente. Y también varía el volumen del pedido: se privilegian los choripanes o hamburguesas que los platos elaborados, que son más costosos”, comenta.

Además, a partir de abril o mayo del 2024, varios restoranes de la calle Magallanes cierran los lunes -cuando antes trabajaban de lunes a lunes- y algunos, hasta extienden el cierre a martes y miércoles, abriendo sólo de jueves a domingos. 

Poco a poco, Magallanes se volvió una calle sin personalidad, parecida a cualquiera de Palermo. Las políticas del Gobierno porteño así lo fueron empujando ya que promueven el negocio gastronómico por sobre el polo cultural y artístico que históricamente caracterizó a La Boca y, en particular, a la zona de Caminito. 

Menos cruceros

Los cruceros aportaron históricamente buena cantidad de visitantes a Caminito. El lugar está incluido en la enorme mayoría de las visitas guiadas y, además, es ideal para los turistas que están de paso por unas horas. Los turistas extranjeros que desembarcan en CABA tienen un perfil puntual: realizan sus principales actividades en los City Tour, suelen ir de compras y llevan adelante diversas actividades vinculadas a la gastronomía.  

Pero la merma se nota también aquí. Según datos oficiales, para esta temporada hay 125 arribos previstos, cuatro menos que en la anterior. Un número que está dentro del promedio de la post pandemia pero un 30% por debajo de hace diez años. En las temporadas 2012, 2013 y 2104 la cantidad de cruceros que llegaron al país trepó a 160.  

Además de la diferencia cambiaria, la explicación podría estar en el precio de amarre del Puerto de Buenos Aires. Hace dos meses, la Cámara de Turismo de Chubut (provincia en la que está ubicado Puerto Madryn) anunció que “se están cancelando líneas de cruceros en los tres puertos principales de Argentina, que serían Buenos Aires, Puerto Madryn y Ushuaia. Esto se debe a los altos costos que tiene el ingreso y el amarre en el puerto de Buenos Aires, uno de los factores que está implicando es esta cancelación para la temporada 2025/26 de la línea de Norwegian Star”. Es decir, el año próximo la situación podría empeorar. 

El desalojo de las ferias

Si bien las bajas ventas golpearon a todo tipo de vendedores, hubo un sector que padeció además la crueldad del Gobierno de la Ciudad. Son las y los artesanos de la Feria de Vuelta de Rocha, que estuvieron allí durante cuatro décadas y que en septiembre pasado fueron forzados a mudarse a la Plazoleta de los Bomberos (Garibaldi y Aráoz de Lamadrid), un anfiteatro que históricamente es utilizado por la comunidad de La Boca, desde los pibes que juegan un picadito, hasta la murga, las asambleas barriales y otras actividades culturales.

Desde entonces los feriantes comenzaron una lucha que incluyó la resistencia a instalarse en el nuevo lugar, movidas para visibilizar la situación y diálogos con legisladores, representantes de la Defensoría del Pueblo y de la Junta Comunal. Consiguieron asimismo el apoyo de muchos dueños de locales gastronómicos, que era el argumento que la gestión daba para la mudanza. 

Por esta presión, consiguieron que se forme una mesa de trabajo y se lleve a cabo un encuentro con el entonces jefe de Gabinete porteño, Néstor Grindetti, que no sirvió de mucho. Y que para colmo volvió a un estado de foja cero ante el relevo de este funcionario. Ahora aguardan una nueva convocatoria, que aún no llega.

“Nunca nos dieron explicaciones del traslado, nadie conoce el ´Proyecto Caminito´ del que hablan. Acá lo que hay es una decisión política de priorizar la actividad gastronómica, y lo que nos plantearon es que tenía que conformarse la liberación de los espacios gastronómicos para mejorar su oferta laboral. Pero por esa razón corrieron a una actividad que está en la legalidad, mientras que muchos de los bares no están adaptados a las últimas normativas”, plantea Pablo Canobbio, uno de los delegados de la Feria.

“Imaginemos que las decisiones las toma el área de Espacio Público, que nada tiene que ver con lo cultural o artístico”

La necesidad económica y la falta de resolución llevó a que algunes de los artesanos comiencen a ceder y se instalen a trabajar en la Plaza de los Bomberos. “Son cuatro o cinco compañeros de los 120 que integramos la Feria. Por la situación de desesperación y la falta de ingresos, están yendo allí”, explica Pablo. 

La otra feria que fue desalojada durante 2024 es la que se ubicaba sobre la calle Iberlucea, entre Lamadrid y Caminito. Si bien sus puestos no tenían los permisos que otorga la Ciudad, estaban desde hace muchos años y la mayoría eran atendidos por vecinos del barrio. El Gobierno no planteó ninguna salida, simplemente llegó un día con la policía y los desalojó. Esa misma semana, Espacio Público expulsó a las y los vendedores ambulantes que ofrecían algunas artesanías o algo para comer y beber al paso. También, en su mayoría eran personas que viven en La Boca.  

De fondo, la identidad perdida

Para el delegado, la decisión del Gobierno terminó generando una “pelea de pobres contra pobres”, ya que en ese lugar había artistas plásticos trabajando, a los que se desplazó a los costados. Pero las consecuencias, bajo su mirada, son todavía más graves, porque alteran la identidad de La Boca.

“Es un desastre lo que están haciendo en el barrio: generar un patio de comidas en un lugar al que el maestro Quinquela pensó como otra cosa, como un paseo cultural al aire libre. El paseo gastronómico anterior tenía características más propias; ahora con los decks, hay pocas diferencias con lo que puedas encontrar en Palermo o alguna otra zona moderna”, cuestiona Canobbio. Otros artesanos y artistas plásticos que viven en La Boca coinciden: el barrio está perdiendo su identidad.

Esa es la tendencia de los últimos tiempos que se profundizó desde la asunción de Jorge Macri. Uno de los sitios más fotografiados del mundo, por su historia artística y popular, se vuelve día a día un sitio impropio, final de un recorrido que comienza en el deshabitado Puerto Madero. Los botes tradicionales que cruzaban a Isla Maciel ya no están y en cambio, un catamarán privado pasea turistas e instala casillas de venta que hasta complican la visión al transbordador. Todo promovido desde el propio gobierno. Anuncian proyectos de desarrollo para el barrio, pero lo que se ve, no incluye a los vecinos y se entrega al mercado inmobiliario y turístico. ¿Qué diría Quinquela si viera este La Boca?