El primer gol olímpico fue en Barracas

El 2 de octubre de 1924 Cesáreo Onzari quedó en la historia: pateó desde el córner y la metió directo al arco. La Selección argentina enfrentaba a Uruguay en la cancha de Sportivo Barracas, ubicada a metros del actual Parque Pereyra. Cien años después, gracias a una iniciativa comunitaria, habrá celebración en el barrio. Porque a las hazañas hay que festejarlas y a la identidad también.

El primer gol olímpico fue en Barracas

Cesáreo Onzari se paró en el tiro de esquina y puso en práctica muchas acciones. Acomodó la pelota, administró la presión del público, se perfiló y colocó el pie de base como se debe. Le pegó con la comba precisa. Aquel 2 de octubre de 1924, no lo sabía nadie en el estadio de Sportivo Barracas donde se jugó el duelo, su nombre iba a quedar en la historia. Fue gol, el gol de Argentina contra la Uruguay campeona de los Juegos Olímpicos del mismo año, pero fue uno especial: el primero de córner, el primer olímpico del planeta. Onzari ejecutó muchos movimientos, pero sobre todo uno: fue inteligente. Apenas unos días antes la International Board había aprobado que los tiros de esquina se ejecutaran directamente y que desde allí se pudieran marcar goles. La notificación había pasado por la AFA, pero pocos tenían el dato. El árbitro uruguayo Ricardo Villarino sabía las reglas y pitó: gol.

Ahora en Barracas y por una iniciativa comunitaria habrá celebración. Porque a las hazañas hay que festejarlas y a la identidad también. El gol y la historia son del barrio. Para que cualquier vecino pueda pasar por la zona y contarle a otro: “Desde acá pateó Onzari, desde este punto de mi barrio”. El Festigol Olímpico (@festigol.olimpico en Instagram), la fiesta homenaje, se hará el 5 de octubre en Iriarte y Río Limay, en el Parque Pereyra, y tiene su propia historia.

“Fuimos al lugar donde estaba el arco, en Río Cuarto y Limay, y no había registro del estadio, del gol ni del arco. Así que nos propusimos hacer algo para que haya una huella”

Pablo Valerio es antropólogo y junto a Gabriel Moscovici trabajan en la Casa de los niños y las niñas en la Villa 21-24. Allí coordinan un grupo de entre 6 y 11 años, con quienes trabajaron sobre la historia de Barracas. El disparador fue una pregunta: ¿qué pasaba hace millones de años o hace 100 años en este lugar que pisamos todos los días? Hincha de Huracán, Pablo recordó aquel gol de Onzari, jugador de ese club por entonces. Desde ahí surgió la idea de presentar un proyecto para realizar esta fiesta.
“Con Gabriel empezamos a buscar registros. Los diarios de la época nombraban la conmemoración -cuenta Valerio-. Fuimos al lugar donde estaba el arco, en Río Cuarto y Limay, y no había registro del estadio, del gol ni del arco. Así que nos propusimos hacer algo para que haya una huella, que quien pase lo vea y diga ‘guau’”.

Valerio remarca la importancia del estadio de Sportivo Barracas, donde jugó partidos la Selección argentina, pero además la función del club en el barrio. “Era un espacio social y cultural, tenía una pileta gigante. Había cancha de básquet, mucho movimiento alrededor del club”, dice. Y agrega que a partir de la demolición en 1942 la zona se loteó. Valerio y Moscovici lo saben porque hicieron el trabajo de campo que incluyó recorridas por la zona, charlas con los vecinos y comerciantes del barrio.

En esas recorridas y a través de contactos conocieron a Guadalupe Vázquez, que es gestora cultural e integra la Asociación Amigos del Tranvía, operadora del museo tranviario en movimiento, que funciona todos los fines de semana y feriados en Caballito. El contacto fue clave también para conocer la relación entre el tranvía y el fútbol, el medio de transporte que existía también en Barracas y llevaba al público a la cancha.

En efecto, aquel partido debió jugarse un 28 de septiembre, pero la cantidad de hinchas desbordó lo previsto. El partido arrancó ese día pero se suspendió a los pocos minutos y se continuó cuatro días después, esa vez ya con un alambrado en torno al campo para que el público no afectara el desarrollo, algo inédito para le época. Se cree que hubo 50 mil personas presenciando el triunfo argentino. Pero otras tantas lo escucharon, porque ese día se realizó la primera transmisión radial de un partido de fútbol en vivo y en directo. En ese estadio pasó de todo: hasta hay una versión que indica que Carlos Gardel estuvo allí y cantó en el entretiempo.

Por todo esto la propuesta del Festigol será integral. Incluso habrá una excavación. Junto a Arqueoterra, una cooperativa de arqueólogos, en la jornada excavarán el patio de la casa de Vázquez (ahí está el córner opuesto al de donde tiró Onzari), en búsqueda de alguna materialidad del estadio que haya quedado bajo tierra. Además habrá recreaciones del gol, juegos para infancia vinculados al gol olímpico, rompecabezas alusivos, se pintarán murales, tocarán grupos de tango y orquestas infanto juveniles. “Queremos conjugar los fenómenos deportivos, sociales y culturales -cuenta Valerio-. La excusa fue organizar un lugar de encuentro en estos momentos donde todas estas cuestiones sociocomunitarias, de los vínculos de solidaridad están bastante atacados desde lugares de poder. Buscamos que participen las organizaciones culturales y religiosas, sociales, deportivas, académicas. Nos parecía importante tener un encuentro festivo y que les habitantes de Barracas conozcan la historia local desde una participación activa y recreativa”.

¿Cómo terminó el partido hace un siglo? Después del gol olímpico, Uruguay empató y Domingo Tarascone hizo el gol del triunfo para la Selección. Una nota de la revista El Gráfico recuerda que el partido se suspendió cuatro minutos antes del final, después de que José Andrade lesionara a Onzari y de que el público tirara botellas y piedras al campo de juego.
“Hay muchas cuestiones identitarias. La identidad barrial me parece muy importante, en estos momentos en los que atacan con las Sociedades Anónimas Deportivas. Por eso convocamos a los clubes de barrio a que participen, a que hagan una vuelta olímpica. Habrá de todo en el Festigol: infancias, historias, identidad de barrio, encuentro. Será una fiesta comunitaria”, cierra Valerio.