Cuesta arriba

La situación económica en La Boca no mejora. Lo evidencia la cantidad de personas que continúan requiriendo asistencia alimentaria. En ese contexto, hace un mes el Gobierno porteño interrumpió la entrega de 220 bolsones de comida destinados a quienes no tienen cupo en los comedores. Nutricionistas del barrio alertan que las familias aisladas por Covid reciben productos que no cubren las calorías mínimas necesarias por día.

Cuesta arriba

Las filas en los comedores de La Boca no aflojan. Unas mil familias del barrio siguen necesitando asistencia para alimentarse. Según las últimas estadísticas, la pobreza aumentó en la Ciudad más de 7 puntos en los últimos seis meses, pero las consecuencias de la pandemia se sienten con mayor fuerza en el sur porteño donde históricamente se concentran los peores indicadores del distrito más rico de Argentina. El ingreso promedio per cápita en este borde del Riachuelo se desbarrancó: bajó de 25 mil a 20.500 pesos del primero al segundo trimestre de este año. En el norte, pasó de 55 mil a 50 mil. La tasa de desocupación del 12,2% que la Comuna 4 alcanzó en 2019 –el doble que en las comunas del norte- hoy es, sin dudas, profundamente mayor. El trabajo en el sur es más informal y escasea. En La Boca, una porción importante de las familias obtiene sus ingresos en actividades vinculadas con el turismo extranjero que hoy no existe.

En ese contexto, los primeros días de septiembre el Ministerio de Desarrollo porteño interrumpió la entrega de 220 bolsones semanales destinados a familias que no tienen cupo en los comedores del barrio. Dos semanas antes, la Justicia había quitado a La Boca de la lista de barrios vulnerables a los que la Ciudad debe aplicar un protocolo de atención especial por el Covid. El barrio continúa entre los primeros cinco con mayor incidencia del virus y las familias que deben aislarse reciben un bolsón de alimentos que tiene la mitad de las calorías mínimas necesarias.   

No baja

Primero alegaron problemas con los proveedores. A la siguiente semana, argumentaron inconvenientes en la distribución. Lo cierto es que, desde hace un mes, 220 familias con situaciones alimentarias críticas fueron abandonadas por el Ministerio de Desarrollo porteño y, una vez más, fueron las organizaciones sociales las que debieron cubrir su ausencia.

Fuentes del ministerio que encabeza María Migliore negaron tal abandono y señalaron que están “garantizando la asistencia alimentaria a todas las familias que lo necesitan en el marco de esta situación inédita, tanto en La Boca como en todas las Comunas”. Concretamente, con respecto a la falta de entrega de los bolsones dijeron: “En algunos barrios donde habíamos entregado bolsones en una etapa anterior de la pandemia, ahora estamos solicitando en muchos casos que esas familias se puedan dirigir a los Comedores Comunitarios específicos de la Comuna, donde estamos garantizando la continuidad y el fortalecimiento del acompañamiento para que a nadie le falte la asistencia”. Desde los comedores, aseguran que actualmente están al máximo de capacidad y que no tienen ni espacio ni equipamiento para sumar más gente.

Por otra parte, según pudo constatar Sur Capitalino con diferentes fuentes, la interrupción de la entrega de los 220 bolsones en La Boca se trataría más de cuestiones políticas que de un cambio de modalidad en la asistencia.

Al interrumpirse la entrega, esas 220 familias recibieron ayuda alimentaria gracias al aporte de otras organizaciones y a la solidaridad de muchos vecinos y vecinas. Pero esta posibilidad no es eterna. Las donaciones que llegaban al inicio del aislamiento preventivo están disminuyendo a medida que pasan los meses. Por esta razón, algunos vecinos y comerciantes que habían abierto ollas a pulmón durante los primeros días de abril, no pudieron continuar con su tarea. Las familias a las que asistían se concentran ahora en los 28 comedores y merenderos que en La Boca reciben insumos desde el Gobierno porteño (Programa de Apoyo a Grupos Comunitarios) o los que se sostienen gracias a otros aportes.     

Además, la Red de Cooperación de La Boca presentó en mayo pasado una solicitud ante el Ministerio de Desarrollo para que les otorgue cupo en algún comedor a otras 279 familias sin asistencia. Se trata de hombres y mujeres que la pandemia dejó sin ingresos y que debieron acudir por primera vez a este tipo de ayuda. Son parte de la fría estadística que indica que la pobreza en la Ciudad aumentó un 7,6% con respecto al primer semestre de 2019 y alcanza a casi un tercio de sus habitantes (28,2%). Son familias que, más de cuatro meses después, siguen esperando una respuesta.

El actual director de Fortalecimiento de la sociedad civil es Mauricio Giraudo. Asumió en lugar de Rodrigo Vieiro, quien a su vez había reemplazado tres meses antes a Inés de Marcos. En menos de un año, tres directores.

“La cantidad de personas a las que asistimos no varió en estos últimos meses. Si bien han dejado de venir algunas familias, aparecen otras nuevas o vuelven algunas de las que hace muchísimo tiempo no venían. También pasa que algunas ollas que se abrieron en el comienzo de la pandemia, no se pudieron sostener o cerraron. Esa gente también se sumó”, explica Cecilia coordinadora del Centro Comunitario Copitos que, en su espacio de Necochea 790, brinda almuerzo a 450 personas, unas 115 familias, de lunes a viernes.

A fines de julio, la ministra de Desarrollo Humano María Migliore visitó su comedor. Cara a cara, Cecilia le recordó todos los reclamos que desde el inicio de la pandemia le vienen haciendo los comedores de La Boca: Actualización de las raciones, cuidado y reconocimiento económico para las colaboradoras, provisión de elementos de higiene (mamelucos, barbijos, máscaras, alcohol, lavandina). Migliore la escuchó, pero hoy los problemas siguen siendo los mismos.

Desde la Esquina Lealtad, el espacio de La Cámpora que funciona en Brown y Pedro de Mendoza, Marcos cuenta que la cantidad de personas que se acercan en busca de un plato de comida volvieron a ser los del principio de la pandemia. “Martes, jueves y domingos brindamos 400 porciones de cena. En un momento había bajado a 300 pero ahora volvió a subir. Un poco es debido a la gente que llega de Isla Maciel (que desde hace unas semanas puede cruzar el Riachuelo en el transbordador, después de meses con el paso peatonal cerrado) pero también es claramente por lo golpeada que viene la economía. Sólo afloja un poco los primeros días del mes”, analiza.

El otro comedor que tiene La Cámpora en La Boca está en Irala y Lamadrid. En realidad, es una unidad básica que ante la urgencia decidió preparar almuerzos y cenas para las familias de esa zona del barrio. Reciben ayuda de la Federación de Trabajadores por la Economía Social (FETRAES). Así todo, debieron bajar de cuatro a tres los días que preparan la olla. “Dejamos de dar cena un día (los jueves) porque cada olla que hacemos tenemos 700 u 800 pesos de gastos que no podemos sostener en este momento”, explica José “Cuervo” Serrano. La Hora de los Pueblos continúa los lunes y miércoles, con cena, y los sábados con almuerzo para entre 180 y 230 personas.

En Olavarría al 300 todos los mediodías y las noches el Frente Popular Darío Santillán también abre sus puertas. Son un comedor del Programa, pero con aportes y donaciones logran duplicar la cantidad de raciones diarias. Las 310 que reciben para el almuerzo las convierten en 700 raciones que también llegan como cena a su local de Av. Patricios 1346. “A fin de mes se llena, vamos a ver qué pasa en el comienzo de octubre. El tema es que algunas ollas desaparecieron y eso hace que allá más gente en las nuestras. Además, los fines de semana quedan pocos espacios también. Pero es por la falta de alimento, no por falta de necesidad”, remarca Jhony.

Desde que comenzó la pandemia, la cantidad de personas a las que asiste con alimentos el Estado porteño se triplicó: según información del Ministerio de Desarrollo pasó de 120 mil a 370 mil.

La Boca o Recoleta

Cuando entre abril y mayo los contagios en villas y asentamientos comenzaron a subir exponencialmente, el presidente de la Junta de la Comuna 4, Ignacio Álvarez, junto a su par de la Comuna 8, Miguel Eviner, presentó un amparo colectivo para que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta elabore un protocolo de contención y prevención del coronavirus específico para los barrios populares. Poco después, el juez Darío Reynoso hizo lugar al pedido y le ordenó a la Ciudad presentar el protocolo y adoptar medidas urgentes para garantizar el acceso a elementos sanitarios y agua potable, escasos en villas como la 31 y la 21-24.

En su resolución el juez no solo consideró como vulnerables a los barrios del Renabap (Registro Nacional de Barrios Populares) sino que también incluyó a otras zonas de la Ciudad cuyos habitantes no pueden satisfacer sus necesidades esenciales y requieren una especial asistencia de parte del Estado. La Boca era uno de esos barrios por sus características habitacionales, por la situación económica que se vio afectada particularmente debido a su relación con el turismo, y por la emergencia ambiental y urbanística en la que se encuentra (ley 2240). Según datos de la Dirección General de Censos de 2019, el hacinamiento en la Comuna 4 afecta a un 16,3% de la población, más del doble que el promedio de la Ciudad.

Sin embargo, el Gobierno porteño apeló la decisión del juez Reynoso y la Sala 2 de la Cámara de Apelaciones le dio la razón en este punto: limitó el alcance del protocolo a las villas y asentamientos que forman parte del Renabap. La Boca dejó de ser considerado barrio vulnerable.

Ramiro do Santos es defensor oficial porteño y como tal es parte del amparo. “Todos los actores del expediente, los dos presidentes de la Comuna, el CELS, la Defensoría, ACIJ, La Boca Resiste y Propone, señalamos la necesidad e importancia de que el protocolo se extienda a todos los barrios en condición de vulnerabilidad. El juez lo aceptó, pero, tras la apelación, la Cámara tuvo un criterio muy restringido y lo limitó al Renabap. Nosotros estuvimos en desacuerdo”.

Con la decisión de la Cámara no sólo quedó excluido La Boca sino también otros barrios y complejos habitacionales de la Ciudad como Barrio Mitre, zonas del Bajo Flores y Casa Santa Cruz, en Parque Patricios.  

Desde mayo, La Boca está en el ranking de tasa de contagios. No baja. Actualmente se encuentra ubicado entre los cinco primeros barrios, con una tasa de casi 6200 casos cada 100 mil habitantes, muy por arriba del promedio de la Ciudad que es de 4184.

El reclamo por un protocolo específico tiene, entre sus preocupaciones, la asistencia alimentaria. Como venimos relatando en esta nota, la cantidad de familias que necesitan acceder a un plato de comida continúa siendo alta en La Boca. Y esta problemática se agrava cuando esas personas se contagian y deben estar en aislamiento. Es decir, no pueden acercarse a un comedor ni reunir algunos pesos con una changa.  

“Lo más angustiante para el equipo de salud es que una familia te plantee que no tiene acceso a alimento y no poder darle una respuesta. Las organizaciones en las que nos apoyamos cuando el Estado no da respuesta están colapsadas. Y desde Salud no tenemos un canal directo para plantearlo. Todavía no estamos pudiendo ver las consecuencias a nivel orgánico, peso y talla, porque sólo se están atendiendo cuestiones emergentes, pero seguramente se verán cuando regresen los controles habituales”. La que habla es la nutricionista del Cesac 9, Natalia Correa. Está preocupada porque el acceso al alimento es cada vez más difícil y porque no hay a quien recurrir.

En cuanto a la alimentación que reciben las familias aisladas a través del post Detectar también alerta: “La entrega es bastante ágil, pero es insuficiente para la cantidad de personas y la cantidad de días de aislamiento. Nosotros calculamos que el bolsón que les llevan tiene un aporte de 1300 calorías por persona por día, cuando el requerimiento calórico para evitar consecuencias severas tiene que tener entre 2500 y 2700 calorías por día por persona. Hay familias que pueden complementarlo, pero en general cuando se solicita la asistencia alimentaria es porque no lo pueden cubrir, porque son familias que dependen de salir a trabajar el día a día o de retirar la comida en algún comedor. El 80 por ciento de las familias que están aisladas solicitan alimento para después también, pero tampoco tenemos respuesta”.