A la escuela
La tragedia es real y palpable, los muertos por Covid no seden en su, ahora más desatada, escalada galopante hacia los 70 mil muertos en nuestro país. El invierno está cerca, las camas de terapia intensiva bordean desde hace días su límite y amenazan con hacer colapsar el sistema sanitario tanto en nuestra Ciudad como en el conurbano bonaerense. Sin embargo, la dirigencia política opositora apuesta y redobla esfuerzos en dividir y confrontar en su lucha diaria por el poder.
En esa carrera hacia la ansiada meta presidencial, Larreta invocó un discurso Pro educación y expuso tanto a los pibes y docentes de las escuelas porteñas como a ese poder que siempre está para tender una mano, la Corte Suprema de Justicia. Con la Corte fallando 4 a 0 a favor de la presencialidad en las escuelas porteñas, un par de minúsculas manifestaciones de padres y alumnos magnificadas y militadas con ahínco por los medios hegemónicos de comunicación ocultaron más de una década de desguace de la educación pública por parte de Macri primero y Rodríguez Larreta después. La enorme desigualdad existente en la Ciudad más rica del país la hemos reflejado durante años en estas páginas. La falta de vacantes, conectividad, recorte de raciones en los comedores escolares, problemas edilicios y ausencia de políticas educativas tienen en nuestros barrios del sur a su población escolar más desprotegida.
En el camino queda, entre otras tantas hipocresías, la de aquellos opositores que militaron la anti vacunación por medio de la Sputnik V porque no creían en los organismos nacionales de control. Hoy son esos mismos sectores los que tratan de ocultar los datos de la comunidad científica internacional sobre las clases presenciales en las escuelas. El reciente informe publicado por la reconocida revista The Lancet refuerza la decisión presidencial de llevar las clases al formato virtual, al señalar que “los argumentos de que las escuelas no contribuyen a la transmisión comunitaria y de que el riesgo global para los niños del COVID-19 es muy pequeño, han hecho que las medidas de mitigación en las escuelas reciban poca prioridad. Sin embargo, las pruebas citadas para estos argumentos tienen serias limitaciones”. A la hora de destacar lo que puede suceder de continuar con la apertura de escuelas, dice “sin mitigaciones adicionales, es probable que aumente la transmisión, esta vez con variantes más infecciosas y posiblemente más virulentas, lo que dará lugar a más cierres de escuelas y ausentismo”.
Con burbujas pinchadas, directores de escuela cuestionados por su comunidad, docentes en paro, descuentos de días de trabajo, maestros sin vacunar y padres en estado de confusión preguntándose a diario si hay o no clases, más las increíbles amenazas de los cómputos de faltas y, por lo tanto, perder vacantes, transcurre está nueva etapa en la mal llamada disputa por la educación entre Ciudad y Nación. La verdadera discusión fue, es y será de tintes ideológicos.