La luz al final del túnel

Sobre las criptas que se encuentran debajo del altar del Sagrado Corazón de Jesús hay varios mitos. Hay quienes dicen que en la Basílica hay túneles secretos que conectan con la iglesia Santa Felicitas. Otros, que era el acceso de los curas a conventos de monjas cercanos. ¿Pero qué esconde la basílica de Barracas, la más grande de la Ciudad?

La luz al final del túnel

Entre los años 1904 y 1908, Leonardo Pereyra (1834-1899), quien fuera presidente de la Sociedad Rural Argentina, se casó con su doble prima hermana, Antonia Iraola (1846- 1906). Los burgueses se asentaron en el barrio sureño de Barracas, donde adquirieron más de 273 hectáreas. Como regalo de bodas a su esposa, Pereyra le encomendó al ingeniero Rómulo Ayerza la construcción de una basílica. Inspirada en el estilo Románico y Gótico, el templo ubicado en el cruce de las actuales avenidas Iriarte y Vélez Sarsfield, cuenta con inmensos rosetones de 8,50 metros de diámetros, más de 30 vitrales y siete altares de mármol francés.

Como gran parte del arte religioso y el mobiliario conservado en la basílica, el órgano mayor es un Mutin Cavaillé-Coll traído de Francia. Los 165 bancos, en impecables condiciones contra todo pronóstico, también fueron enviados desde el viejo continente, y en algunos de ellos todavía se puede ver el número de serie que colocó el carpintero francés que los envió a principios del siglo XX.

La riqueza de Pereyra era gigante pero la ambición por ser un apellido recordado, aún más.

Debajo del altar principal, donde cada domingo se celebra la misa, descansan los cuerpos de los fundadores y su descendencia. Bajando las escaleras del lateral izquierdo, hay seis puertas, pero solo una de ellas es la que conduce al mito. Detrás de las otras, los cajones se encuentran relucientes. Todos los 27 de octubre, los Pereyra Iraola abren con sus propias llaves las bóvedas para que todo se encuentre como el primer día.

Bajando las escaleras del lateral izquierdo, hay seis puertas, pero solo una de ellas es la que conduce al mito. Al ingresar, el frío es penetrante.

El Padre Leandro, perteneciente a la Congregación del Colegio San José, nos invitó a conocer la historia desde adentro. Al ingresar, el frío es penetrante. Tanto que hasta los pelos se erizan, quizá por la baja temperatura, quizá por la sensación que genera estar más de un minuto allí dentro. Pero en compañía de la luz de la linterna, un guía y algún chiste perdido, los mitos van desmoronándose poco a poco.

Una vez dentro de la cripta, la humedad y el agua hasta los tobillos van a ser la compañía durante todo el recorrido. Lo que se encuentra debajo, según los planos rescatados de la caja fuerte de la congregación San José, son solo los cimientos de la propia iglesia.

Barracas era una de las zonas más pantanosas de la Capital Federal, por lo tanto los arquitectos argentinos que ayudaron al proyecto impulsado por Ayerza, diagramaron en el plano una estructura basal de zapatas piramidales que permitía el cauce natural del arroyo.

Los 65 metros de subsuelo helado son levemente iluminados por hendiduras casi imperceptibles en las escalinatas principales (sobre Vélez Sarsfield). Estas pequeñas celosías, además, funcionan como ventilación.

A lo largo y ancho de la ciudad, e incluso fuera de ella, hay una extensa lista de lugares que cuentan con túneles secretos. Nicolás Rey, historiador y miembro del Grupo de Estudios Históricos sobre la Guerra (UBA-CONICET), afirma que las construcciones que datan de principios del siglo XIX se relacionaban con las comandancias militares del momento, como el Museo Rosas en General San Martín. Allí permanecen los túneles que se dirigían a las comandancias o establos, dado el riesgo de ataques de tropas enemigas como de malones indios. Aquella era la alternativa para escapar y llegar sin ser vistos.

Por otro lado, Lucía Galluzzo, historiadora del arte en El Zanjón de Granados, cuenta que debajo de ese caserón se puede viajar a los orígenes de Buenos Aires. Es posiblemente la recuperación arqueológica más importante de la Ciudad, donde nuevamente nace el interrogante de los túneles. En este caso, aquellos ubicados en el corazón de San Telmo se hicieron para canalizar y cubrir el viejo arroyo Tercero del Sur.

Alrededor de las viejas construcciones aún quedan muchos mitos e historias que no han sido explorados. Los túneles fueron vías de escape, lugares para reuniones secretas o simplemente cimientos que mantienen de pie alguna religión.

Datos curiosos

- Luego de fallecidos, los familiares de los Pereyra Iraola mandaron a tallar dos santos: San Antonio en honor a Antonia y San Leonardo, en honor a su esposo.

- Martha Pereyra Iraola, sobrina de Leonardo, fue religiosa del Sagrado Corazón. El Cardenal Jorge Bergoglio, actual Papa Francisco, inició el proceso para su beatificación, que aún no llegó.

- La basílica se construyó en sólo tres años, entre 1905 y 1908. Hubo hasta mil obreros trabajando al mismo tiempo.

- En 2009 la basílica fue declarada Monumento Histórico Nacional.