Las enfermeras siguen discriminadas
El 28 de noviembre la Legislatura aprobó una ley que continúa sin reconocerlas como profesionales de la salud. En momentos de crisis del sistema de salud, por el aumento de las prepagas y la baja de programas, hablamos con una enfermera del Hospital Argerich. Salario y condiciones laborales, los principales reclamos.
Once mil enfermeras y enfermeros integran el sistema público de salud de la Ciudad de Buenos Aires, con una demanda cada vez mayor producto de la crisis. Basta pasar cualquier lunes hacia las siete de la mañana por el Hospital Argerich para ver cómo la fila para atención espontánea da vuelta la manzana. En medio de este contexto, las y los licenciados en Enfermería se encuentran inmersos en su propia lucha colectiva: lograr un reconocimiento que equipare tanto lo salarial como las condiciones laborales, con las del resto de los profesionales de la salud.
En 2018, Horacio Rodríguez Larreta modificó la Ley de Salud de la Ciudad y dejó a los y las enfermeras por fuera del reconocimiento profesional. Desde entonces, pelean por una nueva norma que reconozca la formación, el trabajo y la capacitación de este sector. Cuando todo parecía ser el final de esa lucha, la Legislatura aprobó por diferencia de un voto (27 a 26) un nuevo “Régimen de Empleo y Desarrollo Profesional de la Enfermería del Sector Público” que, según la Asociación de Licenciados en Enfermería (ALE), no resuelve la demanda.
“Yo tengo un título de la Universidad de Buenos Aires que en vez de decir ‘Médico’, dice ‘Licenciado en Enfermería’, ¿pero quién puede plantear que no vale igual?”, se pregunta Berta Leyton, quien trabaja en el Hospital Argerich hace 23 años.
La mujer, trabajadora del vacunatorio que tiene el centro de salud de La Boca e integrante de ALE, sostiene que lo que fue aprobado es un “mamarracho”, por la forma en que resuelve la principal inquietud. “Nos ofrecieron ganar el 90% de lo que recibe un ingresante de Medicina, algo que ya es discriminatorio. Y van a ir acomodando el ingreso para equipararlo en un 100% recién en diciembre de 2026, de manera que durante todo este tiempo nos van a seguir robando una parte”, explica, a lo que se añade otra situación: las profesionales enfermeras no definirán su paritaria, sino que estará atada a la de los médicos.
“Estoy en el área de vacunación y hago la tarea de tres personas yo sola: verifico si la persona está empadronada, preparo la vacuna y la aplico”.
La desigualdad respecto a los profesionales médicos no está solo en el bolsillo, sino también en las condiciones. Aquí hay un punto clave que proviene en cómo se brinda el derecho a la formación. “Los médicos y las otras 24 profesiones que integran la carrera de profesionales de salud tienen un régimen de 30 horas de trabajo pero de ellas, 6 horas son de capacitación. O sea que trabajan un día menos, que lo usan para eso. A nosotros no nos pasa eso: además de tener la obligación de capacitarnos, lo tenemos que hacer fuera de horario de trabajo, porque no nos las restan del total”, compara la enfermera del Argerich. Este punto sería corregido con la ley votada en la Legislatura, aunque desde la Asociación son cautos y prometen aguardar por la reglamentación.
El pluriempleo y la precarización
Al margen de ello, las enfermeras del sector público sufren el ataque y la estigmatización a partir del avance del relato anti-Estado que prima en la Nación y en la Ciudad. Y sumado a ello, la persecución sindical por organizarse. Todo en un contexto general de crisis en una profesión que tiene hecha carne el pluriempleo: mientras antes se sumaban horas para alcanzar un objetivo personal, hoy es para pagar un alquiler. “En todo vamos para atrás. Yo debería estar jubilándome por ejemplo, pero tengo dos nenas que con mi sueldo de jubilada, que serían unos 400 mil pesos, claramente no las podría mantener”, describe Berta.
Los números hablan por sí solos: “Un ingreso con horario completo, no llega a los 700 mil pesos. Y hay cosas increíbles como el monoempleo que creó el Gobierno de la Ciudad para quienes trabajan los fines de semana, totalizando 18 horas a la semana, por un sueldo de 350 mil pesos. Estamos hablando de gente formada, con títulos de grado, pero que le dan horario reducido”, explica.
La situación es entonces de desazón por otra oportunidad perdida en la Legislatura. En la Comisión de Salud legisladores de distintos bloques habían logrado consensuar un proyecto unificado en conjunto con las y los enfermeros que planteaba la inclusión del sector en la ley 6.035 que agrupa a médicos y otras 23 profesiones del ámbito de la salud. Pero al momento de llegar al recinto algunos diputados cambiaron su voto y apoyaron el proyecto del oficialismo. Tras la votación, la Policía de la Ciudad reprimió a quienes protestaban en la puerta de la Legislatura contra el resultado desfavorable para el sector.
Ahora aguardan por otro frente, el judicial. “Esto nos dio un cachetazo porque teníamos mucha esperanza, pero no nos hace agachar la cabeza y decir que tengan razón. No la tienen, vamos a seguir peleando, reclamando, y llegaremos a donde tengamos que llegar. Ahora esperamos por la Justicia que nos dio dos fallos a favor, en los que hacemos foco en la equiparación salarial. Como la Ciudad apeló, estamos a la espera de lo que decida el Tribunal Supremo. Y sino iremos a la Nación y tribunales extranjeros”, anticipa la enfermera de más de dos décadas en el Argerich.
A modo de cierre, Berta Leyton deja una reflexión acerca del trabajo de las enfermeras: dice que del sector salen el “80% de las actividades que se hacen en un hospital”. “Yo estoy en el área de vacunación y me toca cargar la vacuna que le voy a hacer al chico o adulto que me toca atender, y verificar si está empadronado. Recién después me levanto y preparo la vacuna, o sea que hago la tarea de tres personas yo sola”, cuenta.
Todo, en un contexto de demanda impresionante: “Vemos en los carnet de vacunación que hay mucha gente que es la primera vez que se atiende en el Argerich: es porque no pudieron mantener las obras sociales. Y esto no para, sino que crece”, concluye la enfermera planteando una realidad que sufre todo el sistema de salud pública y sus integrantes.