A 1200 metros del agua

En diciembre, AySA frenó el último tramo de obras que puede resolver el acceso al agua y saneamiento a 65 mil personas que viven en la villa 21-24 y Zavaleta. El jueves la comunidad se movilizará a la puerta de la empresa para exigir que se terminen los trabajos y que los gobiernos nacional y porteño garanticen el derecho humano fundamental.

A 1200 metros del agua

“Teníamos la esperanza de que se iba a terminar en poco tiempo, soñamos con que esta vez sí ibamos a poder tener agua; pero no, seguimos en la gran espera”, la voz de la vecina de Pavimento Alegre se quiebra, toma aire y sigue: “Hay días que no podemos higienizar a nuestros chicos o cocinar. Dependemos del camión cisterna. Es muy triste la realidad que vivimos acá. El agua es esencial”, aclara por si algún desprevenido no dimensiona lo que es vivir sin que salga una gota de la canilla. Es que aunque la problemática en la villa 21-24 y Zavaleta no es nueva, las obras que comenzaron hace un año generaron expectativa. Y la bronca es mayor, porque la ilusión se quedó ahí nomás, a doce cuadras. Fue en diciembre, cuando Javier Milei llegó al gobierno nacional y decidió ajustar a los ajustados y cortar por el hilo más fino. Fue hace seis meses, cuando AySA suspendió los trabajos de cloacas, pluviales y abastecimiento que habían arrancado tras años de una lucha colectiva que nunca dejó de empujar.

En la villa 21-24 y el barrio Zavaleta viven unas 80 mil personas. De ellas, 65 mil tienen graves dificultades para acceder a agua potable y segura. La mitad son niños y niñas. En algunos casos, como en las manzanas de Pavimento Alegre, directamente no hay suministro. En otras zonas, las familias se levantan a la madrugada para juntar en tachos lo poco se sale. Quienes tienen tanque o bomba, la pasan menos mal. Pero ninguno tiene garantizado un derecho tan básico como universal, a 15 minutos del centro de la ciudad más rica del país.

En junio del año pasado, las y los vecinos lograron que AySA y el Gobierno de la Ciudad firmaran un convenio para iniciar las obras necesarias. La infraestructura incluye una red principal -construida por la empresa nacional- y una obra de distribución secundaria, a cargo de la gestión porteña. “Venía con muy buen ritmo pero en diciembre se frenó a 1200 metros de ser terminado el ducto más grande, que viene por detrás de la cancha de Huracán. Y a 1500 metros de terminar la red cloacal. Son redes, es decir que sin el final no funciona nada”, explica con paciencia la coordinadora de la Fundación Temas, Paz Ochoteco. El problema es evidente: si no se hace la obra de distribución primaria, no sirve la de distribucion secundaria que alcanzó un 41% de avance y también se frenó. Además, sin la obra que AySA paró en diciembre, el barrio no podrá conectar sus cloacas al sistema Riachuelo, un colector gigante financiado por 1200 millones de dólares del Banco Mundial.

Detrás de todos estos datos y números inmensos y abstractos hay personas, familias que cada día sufren las consecuencias. Como Celestina. “Hace mucho tiempo que vengo sufriendo con el tema del agua. Antes me salía a la madrugada un hilito, pero me salía. Me levantaba y juntaba para que mis hijos se bañen durante el día. Tengo 3 chicos, uno con discapacidad. Tengo que lavar su ropa. Darles de comer. El camión a veces no entra, ponen autos en la vía y no pueden pasar. Pasan de largo, se van y yo me quedo sin agua todo el día. Necesito con urgencia el agua, por los chicos, por mi…”, dice casi como un ruego, desde su casa en Pavimento Alegre.

Durante la pandemia, la situación se hizo insostenible: mientras las campañas repetían “lavate las manos” como forma de prevenir el Covid, en gran parte de la villa 21-24 no había agua. En medio de esa emergencia sanitaria se conformó el comité de crisis con distintos sectores de la comunidad, donde se resolvió armar la Mesa Técnica de Agua. Fue durante ese 2021 que las y los vecinos lograron que AySA y el Gobierno porteño se sentaran a la misma mesa y firmaran un convenio para que, de una vez por todas, avancen con las obras imprescindibles. Y serán las y los vecinos, organizados, quienes bajo la consigna "Si ajustan por al agua, devalúan nuestras vidas", otra vez saldrán a la calle este jueves a las 10.30 para visibilizar su reclamo y exigir que los 1200 metros de red se terminen.